ÓRGANO OFICIAL DEL COMITÉ CENTRAL DEL PARTIDO COMUNISTA DE CUBA
Julio Travieso, premio nacional de Literatura 2021. Foto: Endrys Correa Vaillant

Hace mucho se esperaba, para el destacado narrador Julio Travieso Serrano, el Premio Nacional de Literatura. Por fin, el correspondiente a 2021 le fue otorgado por unanimidad, para beneplácito de amigos, lectores y conocedores de una obra narrativa caracterizada, al decir del jurado, por el rigor de una prosa donde esplenden el lenguaje y la imaginación.

A propósito del premio, el autor de El polvo y el oro conversó con Granma. Entre las primeras indagaciones, quisimos saber cómo ocurrió el descubrimiento de esta vocación por la escritura que le ha valido a Travieso 16 títulos, unos de cuentos y otros de novela.

«Vocación, interesante palabra. Puede definirse como inspiración, inclinación, llamamiento. Cervantes, en el famoso escrutinio de los libros, nos dice “poeta es enfermedad incurable y pegadiza”. En mi caso, ¿cómo y cuándo me enfermé? No hubo un instante preciso en el que me sintiera contagiado, como cuando a los 15 años vemos a alguien y, de repente, descubrimos que estamos enamorados. Fue algo más sencillo que comienza por el placer de leer literatura, al que se une el deseo de contar algo interesante que te haya sucedido, que hayas sufrido o conocido.  Entonces, si piensas que puedes escribir, como el señor al que estás leyendo, y te atreves a probar, nace una historia, una narración. Estamos hablando del cuento y de la novela. Luego de que probaste, y con el horno mental ya encendido, te haces adicto».  

–¿Cuándo aparecieron las primeras narraciones? ¿Qué realidades afloraron en ellas?

–Cuando estudiaba en el Instituto (preuniversitario) y en la Universidad dirigí revistas estudiantiles en las que escribí. La literatura puede comenzar en el periodismo. Al terminar mis estudios en Moscú y regresar a La Habana me encontré con jóvenes amigos que habían comenzado a publicar literatura. Si ellos podían, yo también. Sentí que tenía experiencias personales que debía contar. Las historias que afloraron salieron de lo que yo había vivido, en este caso, la lucha clandestina contra la dictadura de Batista, en la que tuve una activa participación.

–¿Sabe, desde el momento en que se sienta a trabajar, si escribirá un cuento o una novela?

–Desde un principio he decidido si será novela o cuento.

–¿Podemos hablar, en su caso, de obras predilectas?

–¿Quién no tiene obras predilectas? Si naufragara en una isla desierta salvaría La Odisea, El asno de oro, El Quijote, Guerra y paz, Crimen y castigo, El castillo, Fiesta, Noches de la antigüedad, El maestro y Margarita, Los pasos perdidos, La fiesta del chivo, El Aleph. En poesía, las de Antonio Machado, Fernando Pessoa, Paul Morand. Eso en cuanto a gustos personales, pero, por supuesto, lo primero que rescataría sería el manual de Cómo sobrevivir en una isla desierta y lograr salir de ella.

–¿Cómo ha sido su relación con los lectores?

–No hay algo que complazca más a un escritor que encontrar a su lector ideal. Tengo dos experiencias muy agradables. En una ocasión, estando en un encuentro de escritores, leí, por la mañana, un capítulo de una novela mía. Cuando terminé, se me acercó una joven que me pidió que le prestara la novela. Al otro día me la devolvió y me dijo que se la había leído completa. Pensé que era una exageración y, con delicadeza, inquirí sobre diversos pasajes de la obra. Los conocía todos. En otra ocasión, llegaron a mi casa dos señoras desconocidas que preguntaron por mí. Se identificaron como lectoras mías que querían conocerme. Una de ellas me dijo que, al leerse una de mis novelas, había tenido taquicardia. Hoy las tres son grandes amigas mías.

–Refiriéndose al tiempo en que se hizo escritor, usted ha expresado que entonces «había que tener mucho deseo de escribir para dedicarse a la literatura». ¿Se considera hoy un autor reconocido y admirado en su labor?

–Efectivamente, había que tener mucho deseo. Me pagaron mi primer cheque por derecho de autor cuando ya había publicado tres libros. En aquel entonces, el dinero no tenía valor. Ahora, un prestigioso jurado me acaba de conceder el Premio Nacional de literatura, así que soy reconocido. ¿Soy admirado? No lo sé. Lo que más me interesa es que mis libros le sirvan a alguien para reflexionar.

–También ha dicho que se siente deudor de Alejo Carpentier en tanto ha firmado usted prólogos de obras suyas. ¿Por qué deudor?

–Siento una gran admiración por Alejo, uno de los intelectuales más cultos que he conocido.  En mi estudio introductorio a Los pasos perdidos, publicado en España por Akal en 2008, hay 342 notas mías, aclaratorias de los más disímiles temas tocados por él. Comprenden literatura, música, historia, mitología, filosofía, religión, arquitectura, geografía. Pocas veces he visto un alarde tal de conocimientos. Más allá de eso y de la excelencia de todas sus obras, agradezco su extraordinaria capacidad técnica para vertebrar un relato, una narración. Recordemos el virtuosismo de Viaje a la semilla. 

–¿Cree que su obra podría ser ese sitio en el que puede usted vivir eternamente?

–No creo que pueda vivir eternamente en ningún lugar. Agradeceré si este paso mío por la tierra se extiende un tiempito más en condiciones de tranquilidad.

 

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Tatiana Zaldivar dijo:

1

5 de febrero de 2022

21:41:45


Muy merecido ese premio a Julio Travieso. Me alegra mucho haberlo conocido, es un lujo conversar con el.