A la manera de un personaje literario nacido de la más febril imaginación, Marta Rojas no envejeció nunca. De ahí que los que trabajamos junto a ella desde aquel 3 de octubre de 1965 –fundación de Granma–, nos acostumbramos a la idea de verla pasar inalterable a lo largo de un destino sin fecha de expiración.
¿Quién vio quejarse alguna vez a esta mujer fallecida de un infarto a los 93 años de edad, el mismo día de cumplirse el aniversario 56 de Granma? ¿Quién la vio derrotada, amargada, pesimista, renegando contra cualquier avatar de la vida, o surgido de la propia profesión?
En ese saber afrontar por igual glorias y entuertos sin perder su proverbial sonrisa, puede encontrarse el secreto de una periodista probada en cien batallas y tan lúcida como atractiva.
Y sin embargo, Marta podía ser exigente, sin perder su altura, y hasta incisiva, cuando le tocó llevar las riendas de la jefatura de información nacional, días en que se cruzaron algunas estocadas, lógicas en esta profesión tan llena de ideas y conceptos, pero momentos revividos ahora con particular cariño, porque sirvieron para forjar una de esas amistades sin adjetivos que, ante la partida del otro, duelen de una manera especial.
A los 37 años de edad, Marta Rojas era una leyenda cuando Hoy y Revolución se fusionaron en 1965 para convertirse en Granma. La avalaban el ser la periodista del Moncada, sus amplios reportajes acompañando a Fidel, la corresponsalía en las selvas del Vietnam del Sur, invadido por el imperio, y otros momentos estelares más. Continuó enriqueciendo su expediente en el oficio y, para sorpresa de no pocos, apareció el profuso empeño literario a una edad en que las glorias del periodismo suelen vivir de sus memorias.
Marta quiso más (Carpentier lo había avizorado) y ella lo logró con una constancia conmovedora de la cual fuimos testigos unos pocos elegidos de la redacción que, de su propia voz, escuchamos capítulos en preparación de sus novelas.
Premios dentro y fuera de Cuba, condecoraciones, los más vastos reconocimientos, querida y admirada por generaciones de cubanos, de Marta Rojas habrá que hablar en extenso. Unas semana antes –y así la recuerdo en este instante– me dio aliento al pasar sonriente por mi lado, escalera arriba, rumbo a una nueva reunión en la que, como siempre, nos dispondríamos a arreglar el mundo.
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Nelson Guzman Baena dijo:
1
5 de octubre de 2021
08:29:34
Susel dijo:
2
5 de octubre de 2021
08:33:38
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