
Pasar de un tirón La Mantis en la noche del viernes fue una buena idea de los encargados de la programación del canal Multivisión, pródigo en series. Así el telespectador entra y sale de una vez por todas de la intriga criminal y no tiene que esperar días o semanas mediantes por despejar un enigma que se presenta como lo más vulnerable de esta producción francesa, en plano de competición con la profusa y muy especializada industria estadounidense volcada hacia las variadas especies del policial.
Los seis capítulos fueron estrenados por el canal TF1 en 2017. Un equipo de guionistas, integrado por Alice Chegaray-Breugnot, Gregoire Demaison, Nicolas Jean y Laurent Vivier, con cierta experiencia en la industria del cine, construyeron la historia y los diálogos, con la intervención del director Alexandre Laurent, entrenado en lides detectivescas –fue uno de los realizadores de la serie Policía científica, entre 2007 y 2009– y de quien vimos aquí un trabajo posterior, El bazar de la Caridad (2019).
Es muy difícil ser original a estas alturas, de ahí que los guionistas tomaran por referencia nada menos que a Hannibal Lecter, el personaje creado por el novelista estadounidense Thomas Harris, y llevado a la pantalla por Jonathan Demme por primera vez con la inolvidable encarnación de Anthony Hopkins en El silencio de los corderos.
Lecter en los libros y la gran pantalla tuvo, antes y después, precuelas y secuelas. La Mantis despliega los demonios de la protagonista de arriba abajo, aun cuando deja abierta la puerta a una segunda temporada. A Jeanne Dever la apodaron la Mantis al asociarla a la hembra del insecto que decapita al macho después de la cópula.
Jeanne es tan sicópata como Lecter, pero con variaciones: se muestra fría, distante, con reservas humanas por aflorar; colabora voluntariamente con la policía en la búsqueda de quien imita sus crímenes a 25 años de distancia. Y no con cualquier policía, sino con su hijo. Entre la aspirante a investigadora Clarice Starling y el detective Damien Carrot media un abismo insalvable: Jodie Foster brilla; Fred Testot no puede ser más opaco y desaliñado.
El doctor Hannibal es megalómano, espectacular y delirante; la Dever, introspectiva y moderada; un personaje a la medida de Carole Bouquet; para ella se inventó la serie, para que con sus silencios, gestos mínimos y madura belleza, el telespectador francés evocara a la que sentó cátedra de la mano de Buñuel en Ese oscuro objeto del deseo (1977) y sedujera al público y la crítica en Demasiado bella para ti (1990) y Lucie Aubrac (1997).
Todo gira alrededor de Bouquet, de sus traumas y frustraciones, de sus rabias y querencias, de los rencores y fobias que trasmite a su hijo, de la carta que guarda bajo la manga para el desenlace. Todo en la puesta en pantalla para realzar sus límites y esperadas explosiones. El espectador debe seguir a la Bouquet y no entretenerse en buscar al nuevo asesino o asesina, en medio de pistas falsas plantadas como cazabobos argumentales. Hopkins, que es un actor de extraordinario relieve y probada cultura, se inclinaría ante ella y dejaría lo demás en la cuneta.










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Grisel Lugo Reguero dijo:
1
31 de agosto de 2021
01:00:20
gela Respondió:
31 de agosto de 2021
15:41:12
Sebastián Planche Quiala dijo:
2
31 de agosto de 2021
10:35:03
María Elena dijo:
3
31 de agosto de 2021
11:24:29
eddy dijo:
4
31 de agosto de 2021
15:37:00
alfredo dijo:
5
31 de agosto de 2021
15:57:00
Verónica dijo:
6
31 de agosto de 2021
21:56:33
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