ÓRGANO OFICIAL DEL COMITÉ CENTRAL DEL PARTIDO COMUNISTA DE CUBA
Foto: Fotograma de El mánager nocturno, que desarrolla su trama en seis capítulos

Entre las miniseries de Multivisión en este verano, no debemos pasar por alto El infiltrado, a la que prefiero traducir literalmente de acuerdo con su título en inglés, El gerente nocturno (The night mánager), por honrar la partida de bautismo con que salió al ruedo el texto inspirador de la producción audiovisual, obra de uno de los escritores de la mayor entidad en la novela de espionaje, el británico John Le Carré.

En seis capítulos se desarrolla la trama protagonizada por un exsoldado al que sorprende la revuelta egipcia de la primavera de 2011 mientras se desempeña como gerente nocturno del hotel Nefertiti, en El Cairo (Tom Hiddelston, a salvo aquí del encasillamiento de los personajes de la factoría Marvel), un traficante de armas (Hugh Laurie, a quien identificamos por el inefable Doctor House) y una agente de la inteligencia del Reino Unido (Olivia Colman, la del Oscar a la mejor actriz en 2019, por su reina Ana, en La favorita).

Por sí misma, la trama cojea de vez en cuando; por un lado apela a fórmulas argumentales muy transitadas por este tipo de realizaciones, tanto en el cine como en la televisión; por otro, ciertas piruetas escapan a la lógica más elemental. Como aderezo sobreañadido, aunque infaltable, el filón romántico, con un par de mujeres fatales –una egipcia y otra estadounidense- que rezuman tópicos sexistas.

Las caracterizaciones de la tríada que lleva el hilo de los acontecimientos resultan interesantes por hallarse situadas en las márgenes de lo que podría suceder con tales personajes. Si se quita lo que le sobra de agente 007, en el gerente Jonathan Pine repunta una conciencia ética que va de adentro hacia afuera a lo largo de la historia. El ropaje humanitario del traficante es un golpe demoledor a la hipocresía y doble moral con que, en no pocas coordenadas del occidente cristiano, se manejan estos asuntos. La agente de inteligencia, Angela Burr, reclutadora de Pine, encarna a una outsider que nada contracorriente.

Porque lo mejor de El gerente nocturno se refleja en la sordidez de una telaraña que involucra a delincuentes profesionales disfrazados de hombres de empresa y altos funcionarios gubernamentales sin escrúpulos, de potencias hegemónicas a quienes importa un bledo el destino de seres humanos empobrecidos, superexplotados, sin expectativas reales de vida.

Medrar con conflictos armados, ayudas humanitarias, transacciones financieras y operaciones encubiertas, lamentablemente es uno de los signos de la época que sucedió a la llamada Guerra Fría. Cómo no recordar, al ver el trasiego de material bélico en la miniserie, el escándalo del embarque de armas en 2011, por 600 toneladas, de la Libia balcanizada por Estados Unidos y sus aliados, a la Siria infiltrada por bandas terroristas, en el que emergió la cia como uno de los operadores.

La puesta en pantalla avecina a un lenguaje cinematográfico de fotografía impecable y ritmo subyugante. Ahí está la mano de Susanne Bier, la danesa que dirigió La ruina (The undoing) comentada semanas atrás por este columnista.

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