Se ha ido Sixto Llorente, El Indio. Dijo adiós durante las primeras horas del pasado lunes, víctima de fallo renal. Era un gran sonero. Calificarlo como tal se las trae en una tierra cuajada de voces de que le entran con el cuerpo entero a las especies del complejo más representativo de la música popular cubana. Pero las muchas veces que escuchamos al Indio en un teatro, en una sala de baile o una plaza de pueblo, con esta o aquella orquesta, vamos a su encuentro en cualesquiera de los fonogramas donde dejó testimonio de sí, advertimos la intensidad de la entrega, la autenticidad de su canto y el sello inconfundible de un sonero singular.
El Indio nació en Cruces (actual provincia de Cienfuegos), pero se identificaba como un hijo de Santa Clara, seguramente por los dieciocho años en que integró la primera fila de las voces de la orquesta Aliamén, a la que fue llevado de la mano de su director de entonces Tomás Muñoz. Desde los 70 hasta los 90, El Indio fue el hombre proa de la Aliamén y nadie lo sacó de allí, ni siquiera las propuestas de Formell ni de Adalberto. «Cuando se dieron esas oportunidades –me confesó alguna vez–, yo no me sentía preparado para dar el salto, los Van Van y la orquesta de Adalberto es de lo mejor que le ha pasado a la música cubana. Pero me sentía comprometido con la Aliamén, hasta que sentí que debía cambiar de aire pese a mi arraigo a Santa Clara».
Hasta que se decidió a fichar con Manolito Simonet en el momento de consolidación del Trabuco. Once años entre los cantantes que acompañaron a Manolito en una empresa que conjugó lo mejor de la tradición sonera con los aires renovadores de la timba.
Etapa intermedia la de una aventura personal, el conjunto Son del Indio. A la vista un puerto seguro; la orquesta Aragón. «Yo mismo me decía –me dijo– qué bendición esta de seguir los pasos de Olmo, Bacallao y el gran Rafael Lay. Da gusto trabajar con una orquesta de tan firmes valores, nueva vida para los clásicos y con la mirada por delante, pues, como sabes, Rafaelito Lay no se detiene y sigue ampliando el repertorio de una de las orquestas que engrandecen la música cubana».
Cuentan también las colaboraciones. Por ejemplo, cada vez que un jazzista lo llamaba, le era difícil negarse. Creía en todas las posibilidades del sonido popular. El compositor, orquestador y flautista Orlando Valle, Maraca, productor del primer disco en solitario del cantante, ofreció en su día las siguientes consideraciones: «Sonero, tibero, como quieran llamarle, El Indio es, hoy por hoy, una referencia obligatoria para las nuevas generaciones de cantantes de Cuba».
Al conocer el deceso del cantante, el editor de la revista Salserísimo Perú plasmó: «En enero del 2015, vimos a Sixto Llorente, El Indio, en la delantera de la Aragón. El Salón Rosado de la Tropical, en La Habana, fue una caldera hirviendo de sabor. Sixto se dio cuenta que éramos peruanos y soneó con frases de respeto a Lima. Hoy, la noticia de la muerte de Sixto ha golpeado duro. En las redes sociales afloran recuerdos y anécdotas».












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miladys dijo:
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15 de julio de 2021
17:05:30
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