ÓRGANO OFICIAL DEL COMITÉ CENTRAL DEL PARTIDO COMUNISTA DE CUBA
Foto: Juvenal Balán

En los tres colores de la bandera cubana y en su estrella solitaria siento que está la figura de Bonifacio Byrne. Me sucede igual con todos los que han sabido y saben honrarla y la han defendido y defienden todavía en cualquier parte del mundo. No importa si son o no cubanos.

Este 5 de julio se conmemoran 85 años de la muerte del poeta y patriota cubano Bonifacio Byrne, nacido el 3 de marzo de1861 en Matanzas. Fue allí donde expresó por primera vez sus inquietudes literarias y a favor de la independencia de Cuba.

Esas inquietudes y su enfrentamiento a la colonia lo llevaron en 1895 a emigrar a Tampa, Estados Unidos, donde continuó su labor revolucionaria. Antes, en la isla que siempre amó, había escrito sus primeros versos patrióticos, entre ellos, los que dedicó a luchadores como Domingo Mujica, fusilado por las autoridades coloniales en agosto de ese año.

En Estados Unidos Byrne trabajó como lector de tabaquerías y colaboró en el periódico Patria fundado por José Martí, así como en El Porvenir y en El Expedicionario. La función de periodista no le era ajena pues en predios matanceros había fundado sus propias publicaciones. La salida en Filadelfia de su libro Efigies, donde le cantó a Carlos Manuel de Céspedes, a Ignacio Agramonte, a José y Antonio Maceo y a Calixto García dan fe de la labor de quien se ganó el sobrenombre de «Poeta cantor de la Libertad».

¿Quién no conoce de su posición radical a favor de la independencia de la isla y de su amor y admiración por su bandera cubana? Creo que muy pocos, porque de solo mencionar su nombre nos salta en la memoria y en el corazón la voz de Camilo Cienfuegos recitando su estrofa: Si deshecha en menudos pedazos/ llega a ser mi bandera algún día…/¡nuestros muertos alzando los brazos/ la sabrán defender todavía!…, la última de su poema Mi Bandera publicado en su terruño natal el 5 de mayo de 1899, en el periódico que llevaba por nombre Matancero.

Habían pasado solo cuatro meses de que le naciera esta obra, la que incluyó en su libro de versos Lira y espada, que se asegura, escribió el 4 de enero en Jesús María No. 9 en Guanabacoa, La Habana, tras su regreso, en el vapor Mascotte, del exilio en Tampa.

Dicen que al entrar a la bahía y al pasar junto a la farola del Castillo del  Morro los ojos del poeta y patriota matancero quedaron asombrados y tristes. Junto a su bandera, que espera ver sola, ondeaba otra más, la de los yanquis, la usurpadora, la que representaba la ocupación de un país extranjero, el mismo que nos había arrebatado la libertad por la que tantos años habían peleado en la manigua las tropas mambisas, incluso él, aunque solo haya sido con sus modestos versos.

El hecho con seguridad le despertó la rabia y le encendió la sangre, pero no le nubló el pensamiento. Hizo lo que tan bien sabía hacer, aun cuando en algunos momentos de su vida fue criticado por la forma de escribir sus poesías. Recibió el apoyo de poetas como Julián del Casal, que dijo de él: «Yo admiro en alto grado al poeta, porque me ha iluminado con la antorcha de su talento, las tinieblas de su corazón; porque es un espíritu triste, y las almas felices, como los objetos grotescos, me inspiran repugnancia sin límites; porque no ha halagado con sus estrofas los caprichos de la inmensa mayoría de los lectores; porque se ha atrevido a cantar, en admirables versos, lo que aquí no se puede apreciar, porque no se acierta a comprender, sin temor a la indiferencia del público, a las censuras de los críticos o a las burlas de los critiquillos».

Aunque Mi bandera es su poema más conocido, Byrne es además autor del poema La Enmienda Platt, escrito en 1903, sobre el engendro que nos impuso a la fuerza los Estados Unidos y que hoy nos hace tanto daño y que su actual administración ha continuado con las medidas de opresión a nuestro pueblo al que intentan vencer de hambre y calamidad… Es la fatal y bárbara coyunda, / que oprime del cubano la garganta, / a la conciencia universal espanta/ y de tristeza el corazón inunda.

Conocido también como «El poeta de la bandera», Bonifacio Byrne continúa siendo un símbolo de libertad, independencia y de fortaleza y sus versos, especialmente Mi Bandera, siguen siendo un ejemplo de dignidad y resistencia. Byrne es la bandera cubana, la que jamás volverá a ser pisoteada o vejada por los yanquis.

Mi bandera

Al volver de distante ribera,
con el alma enlutada y sombría,
afanoso busqué mi bandera
¡y otra he visto, además de la mía!

¿Dónde está mi bandera cubana,
la bandera más bella que existe?
¡Desde el buque la vi esta mañana,
y no he visto una cosa más triste... !

Con la fe de las almas austeras,
hoy sostengo con honda energía,
que no deben flotar dos banderas
donde basta con una: ¡la mía!

En los campos que hoy son un osario
vio a los bravos batiéndose juntos,
y ella ha sido el honroso sudario
de los pobres guerreros difuntos.

Orgullosa lució en la pelea,
sin pueril y romántico alarde;
¡al cubano que en ella no crea
se le debe azotar por cobarde!

En el fondo de oscuras prisiones
no escuchó ni la queja más leve,
y sus huellas en otras regiones
son letreros de luz en la nieve...

¿No la veis? Mi bandera es aquella
que no ha sido jamás mercenaria,
y en la cual resplandece una estrella,
con más luz, cuando más solitaria.

Del destierro en el alma la traje
entre tantos recuerdos dispersos,
y he sabido rendirle homenaje

al hacerla flotar en mis versos.

Aunque lánguida y triste tremola,
mi ambición es que el Sol, con su lumbre,
la ilumine a ella sola, ¡a ella sola!,
en el llano, en el mar y en la cumbre.

Si deshecha en menudos pedazos

llega a ser mi bandera algún día...
¡nuestros muertos, alzando los brazos,
la sabrán defender todavía!

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Wilfredo Jesús Blanco. dijo:

1

6 de julio de 2021

09:09:00


Un poema bello!!