
Tenía nueve años cuando La Colmenita llegó a la Escuela Especial Solidaridad con Panamá, para captar a estudiantes que participarían en una obra de teatro en un encuentro nacional de Pedagogía próximo a realizarse. Formó parte de los seleccionados y tuvo «la gran oportunidad de interpretar el papel de la Abeja Reina, la narradora de La Cucarachita Martina». Desde ese momento formaría parte del elenco de inolvidables obras de esa compañía infantil.
En ese grupo pudo descubrir todas sus «capacidades y potencialidades, la vocación por el arte y la voluntad de hacer el bien mediante la práctica artística». Tanto es así, que aun siendo una niña que no rebasaba los 12 años, dirigió La Colmenita de Boyeros, un proyecto que -con iniciativa de Tin Cremata, en colaboración con los maestros de su escuela y con la ayuda de su familia-, le permitió «establecer lazos de hermandad y colaboración entre niños de la comunidad y del centro especial Solidaridad con Panamá».
Mabel Cedeño Pérez no era consiente, entonces, de que «estaba utilizando el teatro como un mecanismo de participación e inclusión, ayudando al bienestar de los demás», como aprendió en La Colmenita. «Ha sido uno de mis más grandes desafíos. Sentía que era un juego en el que me estaba divirtiendo y compartía con los demás niños eso que me apasiona, el teatro». Allí aprendió cómo lograr el respeto, la coherencia, la responsabilidad, elementos que a su ingreso en la Escuela de Instructores de Arte, supo valorar.
«En 2006, tras terminar el técnico medio, paso al instituto pedagógico Enrique José Varona a hacer la Licenciatura en Instructor de Arte y Educación. Pero se me hizo necesario y casi imprescindible formarme también en el camino de la psicología». Su deseo era emplear el teatro como una herramienta de ayuda psicosocial, y lo logró al imbricar ambas carreras y crear el proyecto comunitario Raíces del Caguairán.
El proyecto es una continuidad del trabajo inclusivo y artístico que desde pequeña motivó a Mabelita -como todos la llaman- a «enrumbar los caminos del arte hacia la promoción de conductas saludables, trabajar sobre el protagonismo de los adolescentes en la localidad mediante la creación de espacios de socialización e intercambio, donde puedan apropiarse de esencias culturales de su propio entorno y de algún modo trabajar sobre rasgos de la propia personalidad.
«Para mí ha sido una gran satisfacción el haber acompañado a tantos niños y adolescentes en su andar, transformar su vida, ayudarlos a crecer en todos los sentidos. Creo que ese es el deber de cada instructor de arte. Se trata de una labor consagrada, de grandeza espiritual, de dar lo mejor de uno mismo cuando se siente la necesidad de educar, de transmitir valores».
Hoy, cuando la pandemia la ha obligado a reorganizarse «para seguir siendo útil», Mabel Cedeño es la coordinadora general del grupo Ayuda Psicológica, que a través de la plataforma WhatsApp, orienta y acompaña a través del arte, a personas de todas las edades, ante el aislamiento social que ha impuesto la COVID-19.
Ella, en su labor artística, solo cree en lo que se logra a través de sacrificio y empeño. No tiene límites para crecerse. «Soy voluntad», ha dicho, un requisito indispensable para formar generaciones.
COMENTAR
Luis Antonio Amigo Riaño dijo:
1
18 de febrero de 2021
14:29:20
Ailid dijo:
2
20 de febrero de 2021
02:08:02
Lilian dijo:
3
20 de febrero de 2021
10:21:25
José Antonio veranes veranes dijo:
4
20 de febrero de 2021
22:16:57
Responder comentario