
En 2018 recibió el Premio Nacional de la Crítica por el libro El Gran Caribe; en 2019, el Premio Nacional de Ciencias Sociales y Humanísticas, y en diciembre de 2020, le fue otorgado el Premio Nacional de Historia. Sin lugar a duda, Alberto Prieto Rozos es una figura imprescindible en el campo de las ciencias históricas en Cuba.
«Esos galardones, y su gran repercusión, me han hecho sentir que mi trabajo es altamente valorado por la sociedad. Durante mis primeros 80 años, nunca tuve premios tan importantes, pero después he sido colmado de distinciones. Reconozco que estos homenajes resumen mi obra vital: más de 50 años de profesor en la Universidad de La Habana, alrededor de dos docenas de libros publicados y toda una vida dedicada a la investigación».
Crónicas de la conquista y otras narraciones de aventuras fueron las primeras y preferidas lecturas de Prieto Rozos. De ahí viene su afición por esa disciplina. Además, asegura que, tanto el estudio como la divulgación de la historia nacional son fundamentales para el desarrollo de la identidad de los pueblos, por lo cual siempre se vio motivado a analizar la trascendencia continental e internacional de los hechos. Hoy es, sin duda, un intelectual al que se debe recurrir cuando se trata de la historia de Cuba y de América.
Esa forma de pensar lo ha llevado a introducir, tanto en sus libros como en las clases, «una interpretación politológica a los hechos fácticos de la historia, basados en la situación económica existente en cada contexto. Aplico ese conocimiento interdisciplinario a la evolución de América Latina y el Caribe, de los cuales Cuba es parte sustancial».
El investigador insiste en que la historia «representa un conjunto de valores, como: tradiciones, modos de pensar y hábitos o conductas, los cuales cohesionan a la sociedad y engendran en cada uno de sus integrantes un sentido de pertenencia».
Es por ello que adentrarnos profundamente en sus acontecimientos, «nos permite comprender la idiosincrasia del pueblo. Y, dado que los seres humanos necesitan una explicación racional de lo sucedido en el pasado, para entender conceptualmente el presente, acuden a la Historia para que les brinde una interpretación de lo pretérito en su evolución».
La noticia de este último galardón casi que lo tomó por sorpresa. «Me emocioné –dice el también merecedor de las Órdenes Frank País y Carlos J. Finlay, que entrega el Consejo de Estado de la República de Cuba–. En los dos años anteriores había recibido sendos lauros de gran valía, y me asombró que sin ruptura temporal recibiera otro. Además, el Premio Nacional de Historia tiene gran significado para mí, puesto que soy historiador de profesión, por tanto, es el reconocimiento más cercano a mi quehacer».










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