ÓRGANO OFICIAL DEL COMITÉ CENTRAL DEL PARTIDO COMUNISTA DE CUBA
El mundo recuerda hoy a Beethoven en el aniversario 250 de su nacimiento. fotocomposición tomada de internet

Beethoven no es una fecha. La conmemoración planetaria del aniversario 250 de su nacimiento en Bonn, el 16 de diciembre de 1770, es tan solo una referencia, punto de llegada de los actos de recordación que, durante los últimos meses, han tenido lugar en los cuatro puntos cardinales. Si la pandemia limitó el carácter público de buena parte del programa, Beethoven se las arregló para multiplicarse y tomar por asalto las plataformas digitales y los nichos discográficos.

Beethoven tampoco es una moda. Genera adhesiones fanáticas e incondicionales devociones; se ha llegado a comparar su jerarquía al nivel de una estrella de rock, mientras que el recuento de su biografía y su sordera siguen dando pie al mito y la especulación. Todavía hay quienes conceden más importancia al supuesto talante misántropo, grosero, anárquico y desordenado, que al legado propiamente dicho.

Es la música la que habla por Ludwig van Beethoven, la que ha ido conquistando audiencias, desde sus contemporáneos hasta la actualidad. En vida, muchos alabaron la altura de su creación, no sin tribulaciones por el carácter revolucionario, y por momentos perturbador, de su escritura, pero fue después de su muerte, en Viena, el 27 de marzo de 1827, a lo largo del siglo XIX y, sobre todo, en el XX, cuando alcanzó absoluto reconocimiento.

El compositor cubrió diversos formatos y formas, y en todos dejó huellas indelebles a medida que creció su producción: nueve sinfonías, cinco conciertos para piano y orquesta, 32 sonatas para piano, una ópera y otras muchas partituras. Él sintetizó, como ningún otro autor, la transición del clasicismo vienés al romanticismo. Es posible trazar una línea de progresivos saltos cualitativos con Johann Sebastian Bach en la base; Haydn y Mozart, en la consolidación del lenguaje clásico, y Beethoven en la apertura romántica. En medio del camino hacia otras tendencias estéticas europeas, como la madurez de la expresión romántica (Schubert, Berlioz, Schumann, Brahms, Liszt, Wagner), las derivaciones nacionalistas (Chaikovski, Grieg, por citar dos casos) y la irrupción del impresionismo (Debussy, Ravel), se halla Beethoven.

¿Se trata de un camino único? No debíamos considerarlo así. Respetando y amando a Beethoven y a los mejores cultores de la música euroccidental, sabiéndolo en la cúspide, enriqueciéndonos con la Novena o la Apassionata o los fabulosos cuartetos de cuerda de su etapa tardía, tendríamos que ensanchar miradas y oídos hacia otras músicas y otros ámbitos. La universalidad verdadera exige una comprensión inclusiva y desprejuiciada, en la que convivan Beethoven y el japonés Toru Takemitsu, el brasileño Heitor Villa-Lobos y los cubanos Caturla, Roldán y Brouwer.

Y ya que estamos en Cuba, no olvidemos que una de las joyas de la narrativa insular, El acoso, de Alejo Carpentier, pasa por Beethoven. La historia del protagonista del relato transcurre mientras suena en el teatro Auditorium (hoy el malogrado teatro Amadeo Roldán, en el Vedado), la Tercera sinfonía Eroica, del genio de Bonn.

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mprm dijo:

1

16 de diciembre de 2020

10:16:14


Nunca será olvidado, su música no lo permite, es eterna...

Me encanta Barbara Eden dijo:

2

16 de diciembre de 2020

12:12:59


Y por supuesto, ídolo de Alex en "A Clockwork Orange".