Más allá de los aciertos y desa-ciertos de Cosa más linda, (Cubavisión, sábados, 9:00 p.m.), el interés por una de las especies musicales más relevantes del siglo XX latinoamericano bastaría para mover la curiosidad y reactivar los sensores del gusto. No importa que la música, en la arrancada de la segunda temporada, se haya eclipsado –ya habrá tiempos y espacio para comentar la serie como producción audiovisual en su conjunto–; la bossa nova merece una mirada –y oído– mucho más atenta en una audiencia como la nuestra, culturalmente enlazada con el sustrato que dio origen al fenómeno brasileño.
La ficción avanzó por un costado que no es el de la realidad, aunque el escenario sea el mismo –Río de Janeiro, 1958–, y sea posible rastrear referencias inspiradoras como las de Joao Gilberto y Nara Leao en la caracterización de Chico (Leandro Lima) y Ligia (Fernanda Vasconcellos).
Lo cierto fue que la bossa nova irrumpió a finales de los años 50 en el medio carioca de la bohemia nocturna, resultado de la evolución del samba –en portugués la palabra pertenece al género masculino y no debe confundirse con la zamba argentina– en su encuentro con el jazz.
Acerca de esto último se ha dicho, con razón, que bajo la influencia del blues y del bebop, los músicos brasileños enlentecieron los ardores del samba y redujeron la batería de instrumentos de percusión para dar lugar a una variante de la célula rítmica de aquella, y pusieron en primer plano secuencias armónicas hasta entonces no frecuentadas por la tradición. En la bossa nova, de algún modo, se respiraba el legado de la escuela impresionista europea y la descomunal recreación de los aires nacionalistas llevados a cabo por el gran Heitor Villa-Lobos.
La historia suele acuñar como punto de partida la pieza Chega de saudade, compuesta por Joao Gilberto en 1958, a la que el poeta Vinicius de Moraes puso letra. El acabado de la canción, algo así como la guinda que completó las características formales de la bossa nova, la aportó Antonio Carlos Jobim, Tom, un joven pianista que revolucionó el sonido brasileño de la época y lo internacionalizó al punto de insertarlo en el mainstream del jazz latino, codo a codo con los afluentes provenientes de Cuba.
A instancia de Tom Jobim, en el piano y el arreglo, Chega de saudade fue grabada en abril de 1958 por la actriz y cantante Elizeth Cardoso. Estaba la guitarra de Gilberto en el plano rítmico. La canción formó parte del álbum Cancao de amor demais, del sello Festa. Ese mismo año Gilberto la registró en una placa de 78 rpm del sello Odeon, radicado en Sao Paulo, cuyos directivos, en un principio, se opusieron a incorporar a Gilberto en su catálogo, pues no entendían cómo podía gustar un artista que susurraba las canciones. Por demás, el artista era desmañado y un poco delirante, lo cual casa de refilón con el perfil del Chico Carvalho de la serie.
Pero, como suele suceder, los hitos en la historia musical no caen del cielo. La bossa nova se hallaba en el ambiente. Una prueba de ello se tiene en la música para la obra teatral de Moraes, Orfeu de conceicao (1955) –base de la película Orfeo negro (1959), del francés Marcel Camus–, en la que el poeta se asoció con Jobim y otro notable compositor, Luiz Bonfá. Una segunda prueba salta en el anuncio de un espectáculo promovido en 1957 por el inquieto publicista Moyses Fuks en el Centro Hebraico de Río, donde por primera vez aparecen las palabras bossa nova.
En cuanto a Nara Leao, hay que reconocer en ella a una de las voces extraordinarias de la bossa nova. Final trágico como el de Ligia, pero no de un disparo, sino años después, cuando contaba con apenas 47 años, víctima de un derrame cerebral. Estuvo casada con dos grandes directores del cinema novo, Ruy Guerra (Ópera del malandro) y Carlos Diegues (Bye bye Brasil). Leao, muy jovencita, habitaba un apartamento en Copacabana, con vista al mar, donde se reunían compositores y cantantes, y ella misma entonaba las piezas surgidas al calor de la bossa nova. ¿Acaso no recuerda esto al Callejón de Hamel, Angel Díaz y los muchachos del filin en La Habana de los 40 y 50?
La transmisión de Cosa más linda podría ser un pretexto para que la TV Cubana difundiera materiales específicos sobre el género. El Canal Clave dispone del espacio Lusofonía.


                        
                        
                        
                    







        
        
        
        
        

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