ÓRGANO OFICIAL DEL COMITÉ CENTRAL DEL PARTIDO COMUNISTA DE CUBA
Jorge Pérez Duporté. Foto: Tomada de Internet

Reconocido pintor botánico cubano –si no el único, el más conocido-, Jorge Pérez Duporté, solo y sencillamente Duporté, habría cumplido 75 años el 7 de octubre de este aciago 2020.  Fallecido repentinamente en agosto del pasado año, el pintor de las orquídeas dejó tras de sí una impresionante y significativa obra que desde la flora recorrió los más impensados temas en una explosión de encomiable creatividad. Solo baste mencionar algunas de las exposiciones por él realizadas, bien sea La flora de este reino, desde la obra de Alejo Carpentier; Alas por el talón, dedicada a la prima ballerina Alicia Alonso; Entremos al monte claro, a partir de la flora en el Diario de campaña de José Martí, o la dedicada a Ernest Hemingway, El arca de Hemingway, y así hasta una interminable lista de exposiciones personales de la que no puede faltar la realizada en la Cumbre de la Tierra, en Brasil en 1992.

Graduado de una de las primeras promociones de la Escuela Nacional de Arte (ENA) y reconocida su facilidad para la línea y el trazo lo envían a confeccionar dibujos en instituciones científicas, primero al Acuario Nacional y más tarde al Jardín Botánico Nacional. Sin embargo, en lo que parecía un terreno infértil para la creación visual, Duporté descubrió, según afirmó alguna vez, que se podía hacer gran arte a partir de aquella realidad. Y así lo demostró con su espléndida obra.

Todo parece indicar que Duporté ya exponía desde su etapa de dibujante en los centros científicos. Sin embargo, su primera exposición en grande pudiera ser Guerreros y guardianes de la flora en el Museo Numismático, en 1976, entonces bajo la batuta de una incansable promotora como Natalia Bolívar. Exposición que de muchas maneras anunciaba la obra posterior de este destacado pintor botánico, desde la fuerza expresiva, la perfección del trazo que trasmitían no solo el oficio del dibujante, sino también la poesía, la sensualidad y el erotismo que caracterizaría toda su obra posterior. Un fuerte toque davinciano la recorría de principio a fin, en esa exactitud y profundidad del dibujo que conminaba al espectador a sumergirse más y más en cada uno de los trabajos, detrás de cada hoja, a la búsqueda del guerrero-guardián y de los arcanos que protege.

Muchos años después –y no frente al pelotón de fusilamiento, como escribiera García Márquez-, momento en que se gestaba la terminación de la sede de la actual Asamblea Provincial del Poder Popular en Guantánamo, se le pidió a Duporté su participación en una propuesta que incluía a un grupo de creadores guantanameros, residieran o no en el territorio. Se trataba de un proyecto curatorial en toda la extensión y alcance del término, –más que una acción de ambientación al uso–y sin precedente alguno dada la naturaleza del destinatario, que fuera concebido y realizado por el autor de este texto junto al arquitecto Jorge Pérez Fernández, responsable del proyecto general del edificio.

Para la ocasión, Duporté trabajó una serie exclusiva con orquídeas endémicas del territorio, toda vez que esas obras cualificarían el ambiente de la oficina del Presidente de la Asamblea Provincial y que hasta hoy forman parte de ese patrimonio.

La sorpresiva e inesperada muerte de Duporté dejó a todos en una pieza. Era injusto, lo es aún hoy, que creador de tanta valía y alcance fuera inadvertido a la hora de su fallecimiento. De ahí la idea de realizar un panel sobre su obra desde la filial de Artistas de la Plástica en la UNEAC de Guantánamo para luego dedicar la sala principal de esa organización a perpetuar su obra.

Con el impecable trabajo de los artistas Sergio Dávila y Rubiel Falcón, se realizaron y montaron como vitrales-ventanales las reproducciones de las orquídeas endémicas guantanameras en esta sala, algo que el propio Duporté había hecho anteriormente con algunas de sus orquídeas. Ahora ampliadas en formato, transparentadas por la magia del cristal emplomado, engrandecidas por la mano de otro artista, se despliegan grandiosas a lo largo de la Sala Aretusa en perenne homenaje a este importante artista guantanamero de obra imperecedera.

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