Fue en la pluma encandilada y en los versos de genuino amor patrio que salvaron del olvido la historia aborigen de esta Isla, donde el poeta, abogado y periodista bayamés José Fornaris y Luque afianzó su defensa personal por la independencia de Cuba.
Controversial, cuestionado por muchos de sus coterráneos y, a la vez, exaltado por otros tantos que encontraron en sus escritos la representación exacta de la cubanía, lo cierto es que, al fallecer en La Habana, el 19 de septiembre de 1890, Fornaris dejaba para la posteridad una excelsa obra literaria de ineludible consulta a la hora del recuento histórico de la nación.
Nacido en Bayamo el 18 de marzo de 1827 –urbe que emergería como cuna de las gestas libertarias–, y unido por lazos sanguíneos a Carlos Manuel de Céspedes, no fue casual que José Fornaris se involucrara en la década de 1850, junto a varios patricios, en las conspiraciones contra la metrópoli española.
Tenía entonces poco más de 20 años y ya su nombre estaba ligado a la irreverencia política y al intenso acontecer cultural y literario de la época.
En esa faceta, donde siempre encontró su mejor manera de expresarse y defender los derechos de los criollos, se inmortalizó en 1851, cuando junto a Céspedes escribiera La Bayamesa, considerada la primera canción romántica y trovadoresca cubana, y una de las obras más versionadas desde su propia creación hasta la actualidad.
Cuatro años más tarde (en 1855) su notoriedad como bardo se consagraría al publicar Cantos del Siboney, versos donde Fornaris logró representar con cuidadosa mesura la vida de los aborígenes en la Isla, para ser considerado luego como el principal exponente del siboyenismo en Cuba.
Y aunque la rebeldía nunca abandonó su pluma, y fue capaz de sufrir prisión y destierro del Oriente por su apego a los ideales independentistas, la alborada de guerra de 1868 no cautivó sus esfuerzos, por lo que se ganó las críticas de su amigo y pariente Carlos Manuel de Céspedes, e incluso el calificativo de insolente.
Alejado de la gesta mambisa en la manigua, Fornaris se volcó a la literatura, a la publicación de artículos en prestigiosos periódicos de la capital habanera y se dedicó a la enseñanza en escuelas públicas y privadas, donde también conquistó la admiración y el afecto.
En 1870 salió de Cuba y tras 20 años de intenso bregar por otras tierras, retornó a la Isla de sus ideales a morir como criollo, y así lo escribió: «Bajo este cielo he crecido… / y va en mi sangre, en mis venas. / En fin sabed que lo adoro / con todo el fuego del alma, / porque no hay cielo en el mundo / como el cielo de la Patria».
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Eduardo Velasco Benitez dijo:
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21 de septiembre de 2020
02:43:10
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