ÓRGANO OFICIAL DEL COMITÉ CENTRAL DEL PARTIDO COMUNISTA DE CUBA
Comenzar por Beny marcó un sentido de la jerarquía. Foto: Archivo de Granma

Entre el deseo y la realidad fue creciendo una de las propuestas más interesantes de la parrilla estival de la TV Cubana. La entrega del cierre dio fe del alcance del proyecto calorizado por la Asociación Hermanos Saíz y la TV Cubana bajo el rótulo El potaje, el plato que entró en la música cuando el año pasado Erick Iglesias (Cimafunk) nucleó a Omara Portuondo, la Aragón, Chucho Valdés y Pancho Amat para interpretar un tema suyo que muy pronto se viralizó en plataformas digitales.

En propiedad, siguiendo la metáfora culinaria, hubo en la serie de programas potajes y ajiacos. Porque el potaje consiste en suma de elementos, mientras que el ajiaco –aquí me valgo del concepto orticiano– es cocción. Lo primero se observó al abordar en un mismo espacio la música electrónica y las llamadas músicas del mundo, a partir de exponentes de altura, con suficientes méritos reconocidos como Roberto Fonseca –en Aggua confirmó su sobrada solvencia pianística– y Eme Alfonso, quien además destaca como promotora, y otro que lo será en la medida que su producción penetre en públicos más amplios, como el tecladista y compositor Harold Merino Bonet, avezado en los procedimientos electroacústicos.

La mención a Síntesis, obligatoria, hubiera dado pie para hablar sobre el rock cubano, pues a Carlos Alfonso y sus músicos habrá que considerarlos de una vez y para siempre por el carácter fundacional de su obra. Si a Chico O’ Farrill, Mario Bauzá y Chano Pozo se les acredita en el punto de partida del jazz afrocubano –que yo prefiero llamar jazz cubano a secas–, a Síntesis y Carlos les corresponde la paternidad de un salto cualitativo en la manera de cubanizar el rock.

Pero eso es solo apunte para una necesaria argumentación ulterior. Si de potaje se trata, el programa que cerró el ciclo acercó elementos dispersos que en su conjunto dieron el punto de sabor para ventilar procesos de palpitante actualidad y consistencia como Toques del Río, el propio Cimafunk, La Reyna y la Real y los repentistas Emiliano y Alex.

El primer paso de la serie pareció alentador. Comenzar por Beny marcó un sentido de la jerarquía y no tengo que explicar lo que se sabe. Sin embargo, la propuesta fue titubeante y enrevesada, con evidentes cabos sueltos –oscura la disquisición acerca de la jazz band y la big band, esquinada la relación de Beny con Pérez Prado- y un «reto» (tremenda idea esa de aprovechar la comunicación por vía digital para arropar desde la distancia partituras medulares) al que le faltó cuerpo, pues se echó de menos la densidad del formato en la propuesta final, pese al desempeño de Alain Pérez. Era de esperar: unos «retos» funcionaron mejor que otros.

En lo adelante el programa se internó en la radiografía de especies musicales definitorias por su anclaje y entidad en nuestra evolución identitaria: la trova y la canción con sus vasos comunicantes, la timba, el jazz, la tradición sonera, la rumba: voces autorizadas en pantalla –Pupy y Maraca, Pancho Amat y Joaquín Betancourt, Jesús Abreu y Beatriz Márquez, Vicente Feliú e Israel Rojas–; referentes esenciales –Van Van e Irakere, Silvio y Pablo, Marta, Portillo y José Antonio; Revé y Formell, Los Papines y Adalberto–; y la alegría de saber que la juventud, encauzada desde la ahs, se hace acompañar de temprano dominio de la maestría, sentido de  pertenencia y conocimiento de causa.

Continuidad, desarrollo y expectativas generan Samuel Formell, Michel Herrera, Ethiel Faílde, Rey Montalvo, Annie Garcés, Adrián Estévez, Yuliet Abreu, Yadiel Bolaños, el jovencísimo Rodrigo García y otros representantes de la nueva generación.

En términos televisuales, El potaje osciló entre lo testimonial y didáctico –a veces se abusó de esta última cualidad–, con abundantes y pertinentes ejemplos musicales, sobre la base de una estructura fresca y dinámica a tono con el destinatario juvenil. Palmas para la directora Maytte Jacobo, la musicóloga Yentsy Rangel, Adrián Berazaín (diseñador), Michel Herrera (asesor) y la conductora Dianelis Hernández. Y un «reto» para el equipo: ¿habrá segunda temporada y oportunidad para conjurar la maldición de que nunca segundas partes son buenas?        

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guadarramas dijo:

1

12 de septiembre de 2020

08:21:02


Con el respeto que se merece el comentarista, pero a mi particularmente no me gustó ese programa, mucho didactismo a una hora que las personas, con tanta presión de la COVID, lo que quieren es despejar un poco las tensiones. El programa del Benny en buen cubano fue un desastre no se valoró realmente la talla como ocurre en muchas ocasiones y se minimiza el papel de ese grande de la musica en Cuba y el mundo. Alegría, alegría makarena, programas musicales hay de donde escoger o realizar, pero se nos ha metido en la cabeza el enseñarnos a fuer de imposiciones música y otras cosas.

Iry dijo:

2

13 de septiembre de 2020

14:03:50


Nada entretenido, por favor ni una temporada más.

TOMAS dijo:

3

22 de septiembre de 2020

18:50:14


para mi si fue un reto en si el programa, al menos me hizo refrescar ideas y conceptos musicales, además volver a corroborar como hay gestes talentosas en cuba, uso un lenguaje adecuado , propio de un pueblo civilizado y con buen gusto, el reto de palabras lo máximo, y yo no conocía al mulato del piano de aqua, yo agradecido pues es un programa que te aporta mucho y no te afecta a los oídos, muy al contrario , nada de escándalos , ni cosas estrafalarias para llamar la atención, en una escala del uno al 10 le doy el diez.