ÓRGANO OFICIAL DEL COMITÉ CENTRAL DEL PARTIDO COMUNISTA DE CUBA

¿Sabía usted que a la mestiza María de Navas se le prohibía salir de Santiago de Cuba, porque era la única persona a comienzos del siglo XVII que sabía rudimentos de Medicina?

(…) Pues yo, que me considero voraz lectora, no he sabido muchas informaciones de este tipo hasta que comencé a editar los textos que de disímiles y alejados puntos llegan a Ediciones Santiago, o a leer los del resto de las provincias que están en las librerías santiagueras, o a encontrarlos en ferias de cualquier sitio de la Isla. (…)

Muchas experiencias y desastres nos han ocurrido desde agosto de 2000, cuando cada provincia contó finalmente con un equipamiento que le permitía hacer tangible un plan editorial propio. Improvisados especialistas, editores, diseñadores, impresores y encuadernadores. Creo, como me pasa a mí respecto a la edición, que solo lo creí posible al invocar el susto de los que hoy cumplen 30 años de haberse enfrentado a su primer libro, siendo, en el mejor de los casos, graduados de Letras. No se trata, sin embargo, de inventar profesionales y escritores. Si acaso, de hacer público lo que en la práctica siempre ha sido: la vida cultural y literaria de una nación se sostiene en el día a día de un grupo numeroso de nombres, muchos muy conocidos, otros menos, algunos que solo hoy estamos reconociendo.

No es mi propósito hacer un «ensayo sobre la ceguera» cultural y el esnobismo de algunos que sin mucha fundamentación detrás de sus palabras rechazan estos libros de la Riso; entre ellos hay editores, periodistas, críticos y, también lamentablemente, escritores. Rechazo al blanco y negro –o sea, a la propia «precariedad» que los hace posibles, en un esfuerzo infinito del Estado y del Instituto Cubano del Libro por costear estos materiales, costo siempre irrecuperable–; y rechazo a una suerte de fragilidad del libro que ostenta en su cubierta un nombre no conocido. (…)

Lo que quiero decir en realidad es que a modo de declaración de principios estaré repitiendo cada día que soy una defensora absoluta de este sistema de impresión editorial, que permite que autores que solo conocía recorriendo ferias y eventos de mi país, tengan la posibilidad de que su obra interactúe con el resto del gran universo que nos conforma. Mi primer libro, esto se lo digo mucho a los autores más jóvenes que yo, Libro de Estefanía, salió impreso por las Ediciones Caserón de la Uneac santiaguera. Con una tirada similar a estas, casi promocional, su papel semigaceta no ha soportado el paso de los años que han transcurrido desde 1989 hasta acá, y un tono ocre ostenta el único ejemplar que tengo, la cartulina de su cubierta ha corrido igual suerte, y no se sabe muy bien si la muchacha de la foto, sentada en el borde de una acera de Cuba, soy yo. Este libro, sin embargo, hecho con materiales que no son los que usamos hoy, fue el que hizo, tal vez, que otros que escribían sobre temas parecidos, y fuimos luego la promoción de los 80, supieran que yo existía. Suelo pensar, en mi día a día de editar todas las temáticas y géneros, que este hubiera podido ser un libro Riso si yo tuviera ahora 18 años.

(…) Hay en este sistema de ediciones territoriales aspectos complicados; no siempre se suele poner por delante la calidad y suele haber un cierto paternalismo al pensar que en todos los municipios existe un escritor. (…). Pero también sé que no se debe menospreciar ninguna localidad. Recuerdo las palabras de uno de nuestros premios Carpentier de ensayo, cuando me dijo que el público que él había querido para su libro en la Feria Internacional lo había encontrado en la de Contramaestre. Del mismo modo, y esta es la verdadera importancia de este sistema, he constatado el impacto sociocultural que tienen en las localidades los libros de los autores que las representan. El impacto y la relevancia de la presentación del primer libro de poesía de Eduard Encina, en su natal Contramaestre, (…) donde reside, superó con creces cualquier presentación formal de un libro de alguno de nuestros grandes premios en las que el público suele ser casi siempre de los propios escritores (…). Es justo que así suceda: son los escritores de cada localidad los que sostienen cada día la vida cultural de la misma, los que influyen directa o indirectamente en la vida sociocultural de la ciudad donde residen; y es este transcurrir cotidiano, en su tiempo y espacio propios, el que en conjunto forma la cultura esplendente de nuestra nación.(…)

Por mi parte, releída esta declaración de apasionado trasfondo, pienso que es posible que mi primer libro, por su esencia, sí haya sido Riso.

(Fragmentos del texto publicado en el libro Una puerta de papel llamada Riso, en el año 2005)

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Katiuska dijo:

1

15 de agosto de 2020

07:42:18


Espléndido trabajo, leo mucha poesía casi desconocida, gracias a las impresiones de la Riso que para mí tienen la belleza singular del blanco y negro y hasta del papel rústico que envejece, se decolora y con el paso de los años tiene el olor del tiempo, los armarios o la lluvia. Felicidades Teresa. Ah, y la Feria en Contramaestre, de cierto, un encuentro sublime con los lectores y el ángel que ya para siempre la acompaña, Eduard Encina.