Uno cierra los ojos y escucha, mientras transcurren escenas antológicas de los western spaghetti de Sergio Leone, las melodías que puso a Por un puñado de dólares, El bueno, el feo y el malo y Érase una vez en el oeste. Asoman otras partituras ejemplares para filmes notables como Los cuentos de Canterbury, de Pier Paolo Pasolini; Los hijos del día y de la noche, de Sergio Corbucci; La batalla de Argel, de Gillo Pontecorvo; Los intocables, de Brian de Palma; Frantic, de Roman Polanski; Cinema Paradiso, de Giuseppe Tornatore; Novecento, de Bernardo Bertolucci; y La misión, de Roland Joffe.
Con esas credenciales anduvo por el mundo hasta este lunes el compositor italiano Ennio Morricone, quien falleció a los 91 años de edad en una clínica de Roma, a consecuencia de una caída.
El maestro recibió numerosas distinciones en vida: Caballero de la Legión de Honor de Francia y Comendador, Gran Oficial y Caballero de Gran Cruz de la Orden al Mérito de la República Italiana, 27 Discos de Oro y siete de Platino, bandas sonoras laureadas en los Globos de Oro, los Grammy, el italiano David de Donatello, el León de Oro a toda una carrera en Venecia (1995) y el Polar de la Música (Suecia, 2010). En 2007 se le concedió el Óscar honorífico a toda su carrera y en 2016 ganó el Óscar y su tercer Globo de Oro por la banda sonora de Los odiosos ocho, de Tarantino. Hace poco mereció el Premio Camille, de la Alianza Europea de Autores y Compositores a los logros de una trayectoria.
Sería un error, sin embargo, encasillar a Morricone en el cine. Su obra es mucho más amplia. Cierto que acumuló la friolera de 500 películas en su haber, pero hay que recordar que es un compositor formado con todas las de la ley, discípulo de Gofredo Petrasi, representante de la vanguardia italiana, y que influido por este, al término de la Segunda Guerra Mundial, escribió dos obras vocales muy bien perfiladas, Il mattino e Imitazione.
Entre Cinecittá y Hollywood halló tiempo, entre 1964 y 1980 para involucrarse, como compositor, trompetista y flautista, en el Grupo de Improvisación Nuova Consonanza, junto al pianista Franco Evangelista y el percusionista Egisto Macchi, quien sumó diversas colaboraciones de otros avezados instrumentistas para desarrollar líneas experimentales. De esa etapa datan dos singulares obras de cámara: Suoni per Dino, para viola y cinta magnetofónica (1969) y Prohibido (1972) para ocho trombones.
En lo sucesivo siempre hizo espacio para componer al margen de la pantalla. Escuchar Monodia (2009) para violonchelo, equivale a un viaje al interior de ese instrumento. En cuanto a las grandes formas, recuérdese la misa que en 2015 dedicó al Papa Francisco.
Durante las últimas semanas se ilusionó con ir a recoger el Premio Princesa de Asturias de las Artes 2020, que compartió con su colega estadounidense John Williams, el de La guerra de las galaxias y La lista de Schindler. El galardón español distingue tradicionalmente la labor de cultivo y perfeccionamiento de la cinematografía, el teatro, la danza, la música, la fotografía, la pintura, la escultura, la arquitectura y otras manifestaciones artísticas. Con la adjudicación a Morricone y Williams el premio se honraba también.


                        
                        
                        
                    







        
        
        
        
        

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Me encanta Barbara Eden dijo:
1
7 de julio de 2020
11:29:37
tainos dijo:
2
7 de julio de 2020
15:42:21
Lina Rey dijo:
3
7 de julio de 2020
20:38:33
jUAN CARLOS ZORZENON Respondió:
12 de julio de 2020
09:55:11
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