ÓRGANO OFICIAL DEL COMITÉ CENTRAL DEL PARTIDO COMUNISTA DE CUBA
Stanley Jordan «parece no tener límites en la guitarra». Foto: Ariel Cecilio Lemus

Al pasar los días, las imágenes de Jazz Plaza 2020 dejan un fecundo sedimento entre músicos y audiencias. El poder de convocatoria de las entidades involucradas en la organización del evento –principalmente el Instituto Cubano de la Música y el Centro Nacional de Música Popular, sin olvidar los trabajadores de las sedes en La Habana y Santiago, y las agencias turísticas en capacidad de atender a la legión de visitantes foráneos– demostró que Cuba es punto de confluencia internacional de las diversas corrientes que fundamentan la vitalidad del género.

Antes de producirse el esperado cierre con el homenaje a la infatigable Omara Portuondo, secundada por Roberto Fonseca, consolidado en la vanguardia por su excelencia interpretativa, hubo en la sala Avellaneda un momento a destacar en la última noche a cargo del saxofonista marfileño Sammy Thiebault, quien puso de manifiesto los vasos comunicantes que conectan al jazz de Estados Unidos, África y el Caribe.

Entre los conciertos de las últimas jornadas de mayor impacto clasificaron los ofrecidos por el estadounidense Stanley Jordan y el puertorriqueño David Liebman, portadores de lecciones de pasión y libertad artística.

Jordan hipnotizó al auditorio con la cantidad de música que genera. De las primeras noticias que se tuvieron en la isla del inicio de su carrera –aquel Magic Touch de 1985– a las de ahora, las cotas de creatividad han alcanzado alturas increíbles. Jordan parece no tener límites en la guitarra.

Lo de David Liebman no pasa por hacerse notar como virtuoso –lo es– ni  como líder absoluto –algo que tampoco se discute–, sino por la inteligencia de dialogar musicalmente con sus compañeros de escena –en este caso el trío del guitarrista cubano Emilio Martiní– y la sabiduría para dar otra vuelta tanto a estándares como Caravan, del puertorriqueño Juan Tizol, y a obras suyas que forman parte de su historia personal. El mano a mano con Orlando Valle (Maraca), toma y daca entre la flauta y el saxofón soprano, dejó entrever la empatía de ambos creadores.

Con el saxofonista Miguel Zenón llegó una de las más fascinantes aventuras de la vertiente latina del jazz, destinada a plantear en términos sorprendentes el legado de Ismael Rivera, una de las grandes voces soneras de la hermana tierra puertorriqueña. Zenón se hace acompañar por excelentes músicos, entre ellos el venezolano Luis Perdomo, quien fue hace unos cuantos años uno de los pilares de la catedral del jazz en Caracas, el Juan Sebastián Bar.

Mientras se prepara Jazz Plaza 2021, habrá que tener en cuenta ciertos detalles para que las cosas funcionen mejor: la puntualidad de los horarios, una racional distribución de los elencos para cada concierto, y cuidar la producción y duración de los espectáculos centrales.

COMENTAR
  • Mostrar respeto a los criterios en sus comentarios.

  • No ofender, ni usar frases vulgares y/o palabras obscenas.

  • Nos reservaremos el derecho de moderar aquellos comentarios que no cumplan con las reglas de uso.