No crea que lo que escucha es un sonido único. Aunque por momentos, y a veces de manera prolongada, pareciera que la Isla se inunda de fórmulas copiadas unas a otras y se enarbolen las falsas banderas de la música urbana –como si otros géneros no hubieran nacido en las ciudades–, y espurios tropicalismos –células rítmicas adormecedoras, de fácil consumo que acompañan textos insípidos, banales, cuando no francamente groseros, ajenos a la legítima picaresca popular– hay muchísimas pruebas de altas calidades dentro de la diversidad del panorama sonoro de la nación, y a la vez, existen audiencias abiertas a la recepción de creaciones musicales sustanciales y sustantivas, que alegran el espíritu y afirman identidades.
Todo pasa, obviamente, por el rasero de la promoción y de los canales de difusión. Si en centros recreativos y espacios públicos, dejados al arbitrio del operador de sonido; si en fiestas populares, en las que predomina como medida el populismo y el capricho de ciertos funcionarios y promotores; si en centros de servicio pertenecientes al sector de gestión no estatal, los propietarios deciden imponer sus gustos; si en los equipos reproductores portátiles, llevados a pie o instalados en bicitaxis, imperan los aires reguetoneros de la peor especie al punto que resulta difícil evadir la agresión al oído, admitamos que se ha hecho ostensible, en los últimos tiempos, la voluntad de hacer cumplir en la promoción de la música una política cultural que aspira a ser coherente en su más abarcadora diversidad y satisfacer apetencias de públicos a los que no debemos subestimar y tomar en cuenta.
Más que de las músicas que vienen, abordaré las que ya están aquí, ahora mismo, y fertilizan procesos de confirmación y apertura hacia nuevos desarrollos. En pocos momentos como este coexisten las expresiones trovadorescas de ayer, de hoy y de mañana. Las más de cien presentaciones de Silvio Rodríguez en la gira por los barrios representan una verdadera hazaña, no solo por la vocación de entrega del trovador y sus acompañantes, sino por el impacto comunitario de los convites. Voces emergentes en los últimos tiempos permiten aseverar la salud del ejercicio juglaresco en Cuba –un ejercicio, claro está, diferente– tal como lo defienden Adrían Berazaín, Mauricio Figueiral, Annie Garcés y unos cuantos más.
En el año en que Los Van Van llegó a la gloriosa cifra de medio siglo de anclaje incombustible en el imaginario popular, se consolidan otros exponentes como Alexander Abreu, Alaín Pérez, Yumurí, Elito Revé, Mayito Rivera, Will Campa, Maikel Blanco, y las cuidadas y balanceadas incursiones entre la canción, el son y la salsa del veterano Issac Delgado y Leoni Torres, sin olvidar el paso firme de maestros de la tradición como Adalberto Álvarez, el renovado gusto por la excelencia de las agrupaciones soneras –el Septeto Santiaguero es la punta del iceberg sostenido por el nacional, el Habanero y la mayoría de las formaciones de Santiago de Cuba– y la eterna soberanía de la Aragón.
En la escena cubana de proyección internacional han ido surgiendo voces y expresiones que deberíamos tener mucho más en consideración en el plano doméstico. Invito a escuchar detenidamente a Brenda Navarrete, Daymé Arocena, y Yissy García, por citar solamente tres nombres. Y hacia adentro, esperamos mucho más en 2020 de la cosecha de Síntesis, vanguardia del rock cubano, y de la inagotable y revolucionaria veta de X Alfonso, de regreso a los planos estelares.
Bastó asomarse a Jojazz 2019 para advertir propuestas innovadoras en el escenario jazzístico insular dentro de las pautas de un modo de entender el género a lo cubano. Fuera de La Habana se está produciendo una eclosión que habrá que seguir de cerca, como lo probó la banda de jazz de Holguín y el pianista Carlos Vega, también de esa ciudad.
No podemos echar a un lado el que quizá haya sido el fenómeno musical más singular del año por su alcance popular, sin que por ello deje de ser controversial: Cimafunk, Erick Alejandro Iglesias Rodríguez. ¿El éxito de El potaje, donde destacan las colaboraciones de la Aragón, Chucho Valdés, Pancho Amat y Omara Portuondo, señala un camino posible? ¿Será capaz de sostenerse en el tiempo, de marcar la ruta del año que comienza?













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El zurdo dijo:
1
30 de diciembre de 2019
04:50:15
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