El cine latinoamericano no podría narrarse hoy sin el nombre de Lita Stantic (1942), una de las más renombradas productoras argentinas, cuyo trabajo ha dejado huellas memorables en cintas como Camila (1984) y Yo, la peor de todas (1990), ambas de María Luisa Bemberg; Un oso rojo, de Israel Adrián Caetano (2002); y Cordero de Dios (2008), de Lucía Cedrón, por solo citar una muestra de entre un inventario ya bastante extenso.
Apasionada por la pantalla grande desde que era apenas una niña, ya de adolescente –y a falta de una posibilidad real para que las mujeres pudieran hacerse entonces profesionales de la industria cinematográfica– soñó algún día ejercer la crítica, como alternativa para no alejarse del mundo del que siempre quiso formar parte. La producción de películas la acogió hace más de cuatro décadas, aunque, como se sabe, no es en este apartado en lo único que ha estampado decorosamente su firma.
«Yo soy hija de inmigrantes de primera generación, y creo que uno se enraíza más, ¿no? De chiquita vi Argentina como el lugar de la salvación. Relacionaba a Europa con la guerra. Parece mentira, pero, después pasó de todo en el país. No podría vivir en otro lugar, y en la época de la dictadura no me fui, a pesar de que estaba relacionada con mucha gente que desapareció. Pensé en un momento que me iba a ir, pero tengo una relación muy fuerte con este país y decidí quedarme», ha expresado en una entrevista la también guionista y directora, lo cual mucho dice de esta mujer interesada en recibir del cine un mensaje renovador que la devuelva cada vez más enriquecida, y –en palabras suyas– no solo la transforme, sino que a su vez pueda transformar a los otros.
Arropada desde los primeros años por el cine y la lectura, les debe a ambos una postura propia que apuesta por el diálogo con la humanidad, el bien y la memoria al estilo de Galeano, esa que batalla por la felicidad, aun cuando lleva consigo un pasado que no debe olvidarse, para que no se repita.
Un muro de silencio será la película con la que se estrenará como directora en 1993. Junto a Graciela Maglie y Gabriela Massuh escribirá, además, el guion del filme, acaso para llevar a la pantalla muchas de sus propias experiencias en tiempos de horrenda dictadura.
Con las actuaciones de Vanessa Redgrave (Gran Bretaña) y Ofelia Medina (México), Un muro… ofrece una visión rigurosa acerca del fenómeno de los desaparecidos, y es, en opinión de expertos, «si no la mejor película sobre el tema, al menos la más ajustada y mejor narrada». Un filme hecho con absoluta conciencia, para la reflexión concienzuda, tal como es el cine que le interesa a la Stantic, el que convida a pensar.
Por estas razones, recibe en el 41 Festival Internacional de Cine Latinoamericano de La Habana un Coral de Honor, muestra del reconocimiento a una obra comprometida con el coraje y con la verdad.


                        
                        
                        
                    







        
        
        
        
        

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