Un sitio de Yucatán bajo el escrutinio del arte

Dos artistas exponen. Uno, Pim Schalkwijk, es fotógrafo; el otro, Leandro Soto, pintor, aunque ambos rebasan con creces los territorios en que se desenvuelven. Pim es mexicano de ascendencia europea; Leandro, cubano de vocación universal. Coinciden en Mérida, capital de Yucatán, y se han puesto de acuerdo para dirigir la mirada hacia uno de los sitios más concurridos de la ciudad, el mercado Lucas de Gálvez. Cada cual, con una percepción estética precisa, discurrió sobre la experiencia de ese espacio citadino en el que confluyen las más diversas prácticas y saberes.

Así nació la exposición Sacbé, camino de intercambio, que acaba de ser inaugurada en la Casa del Benemérito de las Américas Benito Juárez, de la red de instituciones de la Oficina del Historiador de La Habana, en el inicio de este intenso verano y permanecerá abierta al público hasta fines del mes de agosto.

De una parte, Sacbé resalta la visualidad resultante de la acumulación de objetos y bienes que atiborran las estanterías. Barroquismo peculiar de nuevo cuño, derivado no solo de las tensiones de la oferta y la demanda, sino de los lenguajes que aportan cada pieza que se despliega ante la pupila. El lente de Pim Schalkwijk aparenta objetividad, distancia, registro imperturbable de una actividad cotidiana. De otra, el fotógrafo toma partido, selecciona y agranda o detalla una parcela de la composición, y al imprimir las imágenes en amplias telas, les otorga otro significado. Estamos ante una operación de arraigado carácter antropológico, para nada ajeno a la labor que ha venido desarrollando Pim en el sudeste mexicano y que empata con la inquietud creadora de Leandro Soto.

El artista cienfueguero que tantas huellas dejó por acá en los iniciales años 80 de la anterior centuria por su talante innovador, ha ido abriendo su abanico expresivo con el paso del tiempo. Lo hemos visto compartir experiencias de vida y aprendizaje espiritual en comunidades de las poblaciones originarias de Norteamérica y la India, desandar por el arco de las Antillas, establecer diálogos culturales en Brasil y Venezuela, Perú y Colombia hasta desembarcar en México, donde se ha aproximado a las vivencias de los mayas y mestizos con la inteligencia y sensibilidad de los artistas que entienden la creación como un acto de humildad y sabiduría.

En las paredes de la galería del piso superior de la Casa Benito Juárez, Leandro expone lo que llama Melomapas, composiciones que de lejos parecen obras bidimensionales, pero que al ser contempladas en la cercanía presentan texturas inusitadas, como para orientarse en los laberintos del mercado y tender un símil con los laberintos de la propia existencia.

Pim y Leandro han asumido Sacbé –que en maya significa «camino blanco»– conscientes de que el arte puede tender con eficacia y belleza un puente de mediación entre la cultura popular y la recepción de mensajes de mayor complejidad, sin menoscabo para una y los otros. En ese equilibrio quizás resida la mejor cosecha de este empeño común.