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Persona (1966), entre lo máximo de Bergman. Foto: Fotograma de la Película

Persona (1966), considerada por muchos como la obra cumbre de Ingmar Bergman, será presentada por primera vez en televisión este lunes 26 de noviembre en el programa Historia del cine, que conduce el colega Carlos Galiano, al estarse conmemorando los cien años del nacimiento del cineasta sueco.

Nunca exhibida comercialmente en nuestras salas, de este filme escribió el propio Bergman: «Tengo la sensación de que en Persona he llegado al límite de mis posibilidades. Que en plena libertad, he rozado esos secretos sin palabras que solo la cinematografía es capaz de sacar a la luz».

La máscara como representación social y humana es el tema prevaleciente en Persona, un asunto ya abordado por Bergman en El rostro (1958) y al que regresa ocho años después desde presupuestos estéticos diferentes, empeñado en crear una historia sustentada en la ilusión y el artificio, aunque sin abandonar una máxima presente en la mayor parte de su obra: el rostro humano, que como escribiera en su biografía, «es el gran sujeto del cine, porque todo está ahí».

Filme desbordado de simbologías y proposiciones acerca de la identidad, a más de medio siglo de creado, Persona sigue convocando a especialistas y cinéfilos, e incluso a científicos vinculados a la sicología y el sicoanálisis.

Una historia interpretada prácticamente por dos mujeres, Liv Ullmann, una actriz que ha perdido la voz mientras interpreta Electra, y una enfermera (Bibi Andersson), no por gusto llamada Alma. El médico recomienda que ambas se vayan a una playa y allí comenzarán una relación marcada por los sentimientos más dispares, tejidos entre la realidad, la dualidad y la fantasía, mundos desbordantes de significaciones que el director nunca quiso aclarar y que se abren como una magnífica provocación ante el espectador.

El lugar del rodaje, en blanco y negro, será la isla de Färo, refugio del cineasta, que sin pensarlo dos veces se enamora de Liv Ullman, joven noruega de 27 años y deslumbrante capacidad histriónica. Una larga y tormentosa relación que, convertida en alimento espiritual, volcará en otros excelentes filmes, inspiración por igual para cineastas como Woody Allen y David Lynch.

En el 2015 la Ullman, convertida en realizadora, volverá a la isla de Färo, donde evocará a Bergman y hablará de Persona, pero esa sería otra historia por ver y contar.

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