La exposición fotográfica Documentos extraviados: Niños de Chernóbil en Cuba, de la curadora peruana Sonia Cunliffe, fue donada al periódico Granma, cuyo centro de documentación ha sido tesorero de las imágenes que la integran. Publicadas en su mayoría en este diario y en Juventud Rebelde, la muestra recoge sugestivos momentos de la solidaridad cubana, al acoger a infantes víctimas del accidente nuclear en esa zona de la antigua Unión Soviética, para recibir junto a la correspondiente asistencia médica, una elevada dosis de amor.
En presencia de Guido Toro Cornejo, embajador de Perú en Cuba; Jorge Fernández Torres, director del Museo Nacional de Bellas Artes; la Dra. Maribel Acosta, asesora de la muestra, y Sonia Cunliffe, quedó reinaugurada la expo que al decir de la artista constituye una obra marcada por el amor.
Yailin Orta, directora del periódico, agradeció a la curadora la sensibilidad al recordar la belleza humanitaria que habita en el pueblo cubano y en lo cual siempre nos hizo crecer Fidel, y refirió, respecto a la propuesta, que más que inaugurarla, la obra regresa a casa.
Por su parte, Toro Cornejo destacó la generosidad del pueblo cubano y recordó momentos en que Cuba ha ofrecido ayuda humanitaria a su país, entre ellos, cuando tuvo lugar el terremoto de 1970, ocasión en que el propio Comandante en Jefe, Fidel Castro, donó sangre junto a los cubanos para el pueblo peruano. Precisó, además, que la exposición ya había sido develada el año pasado en la Biblioteca Nacional José Martí, con una amplia afluencia de público y aseguró no haberse extrañado ante la propuesta de Sonia, «porque ella trabaja el rescate de la memoria histórica».
En su intervención, la artista se refirió a la significación que tuvo para ella descubrir en una de sus visitas a Cuba la existencia del proyecto humanitario cubano, desconocido en Perú y muchas partes del mundo, y explicó que la muestra fue exhibida en Miami, con gran éxito. Para concluir, aseguró el beneplácito de su gesto al «devolver la memoria a quien le pertenece».
Durante 23 años Cuba recibió y brindó apoyo a unos 26 mil niños afectados por la tragedia, los mismos que procedían de Ucrania, Rusia, Bielorrusia, tres países involucadros con el accidente. En ese sentido, los periódicos cubanos de la época mostraban titulares como «Entre hermanos no caben favores sino obligaciones», o artículos con testimonios de médicos, enfermeras, familiares y pacientes.




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