
Matanzas.—Además de la obra literaria, que es su verdadera fortuna, Carilda Oliver Labra tiene el mérito de haber vivido ya casi un siglo, algo así como un lujo poético difícil de igualar.
Este viernes es el cumpleaños 96 de esta legendaria mujer, Premio Nacional de Literatura y una de las más sobresalientes poetisas de Cuba e Hispanoamérica.
A pesar del tiempo nada parece turbar su lucidez. Y sus ojos, de ese color azul verdoso similar al de la bahía matancera, miran todavía con claridad y ternura.
Su vitalidad se nota sobre todo cuando mezcla la sonrisa con algún recuerdo y hace ver sus deseos de vivir, la mejor defensa contra las añoranzas.
Encuentra palabras de cariño para quienes la rodean, y todavía es capaz de cautivar por sus modales y la suma de vivencias que desgrana con cierta travesura.
Como es usual en cada aniversario, esta vez recibirá muchas de llamadas de amigos y familiares allegados, y en particular disfrutará del afecto de los matanceros.
El poeta y escritor Raidel Hernández, su compañero en la vida desde hace ya casi tres décadas, sostuvo que el homenaje se resume en el proyecto Al sur de mi garganta, tertulia con escenario en la casona de Calzada de Tirry 81, el espacio creador de la poetisa.
Aseguró que a pesar de su larga existencia, ella mantiene invariable su hábito por la lectura, así como la costumbre de revisar la prensa diaria y atender las plantas y sus entrañables gatos.
Dice que suele repasar con espíritu crítico su obra poética, y es muy celosa con las palabras.
Entre el cúmulo de emociones en casi un siglo de vida, el recuerdo de su madre y hermanos sigue siendo un asunto recurrente en ella.
Raidel Hernández confiesa que estos años junto a Carilda ha reforzado su sentido de la vida y le ha develado el valor de la humildad y del amor.
La poetisa ha expresado en más de una ocasión que no se molesta en averiguar las razones de su longevidad, que prefiere dejarse tentar por el trabajo y disfrutar las horas silenciosas de cada madrugada.
La autora de los volúmenes como Desaparece el polvo, Huesos alumbrados y Se me ha perdido un hombre, entre otros muchos, así como de ese épico poema Canto a Fidel, admite que los motivos de alegrías casi nunca inspiraron su obra poética y que su vida nada tiene que ver con las mil historias mal contadas en torno al mito de su erotismo.
Los críticos la ubican junto a otras figuras esenciales de la poesía contemporánea, dígase Gabriela Mistral, Dulce María Loynaz, Fina García Marruz, Alfonsina Storni …, puesto que su obra está infundida en la pasión de cantarle al pueblo y a los ímpetus y flaquezas que mueven a los humanos.
“Una de las intelectuales representativas de nuestro proceso”. Así la calificó Fidel, quien cada 6 de julio, durante muchos años, le telefoneó a la hora más inesperada para felicitarla y recordarle cuán importante era para literatura, para Cuba y para la Revolución.
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Andrachi dijo:
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5 de julio de 2018
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ALINA dijo:
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5 de julio de 2018
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María del Carmen Perera Morales dijo:
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anselmo dijo:
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6 de julio de 2018
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felix Justiniano Respondió:
30 de agosto de 2018
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Aram Joao Mestre León dijo:
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6 de julio de 2018
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mayda dijo:
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María Lidia dijo:
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Lidia Salazar Rizo dijo:
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Felix Justiniano dijo:
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30 de agosto de 2018
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Elia Isabel Sanchez León dijo:
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16 de febrero de 2023
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