Ventanas contra el viento en el Kennedy Center

Sold out, todo vendido. No hay capacidades disponibles desde el pasado fin de semana en el Kennedy Center, de Washington, para asistir al espectáculo inaugural del Festival Artes de Cuba: de la Isla para el mundo, este martes 8 de mayo.

Tantas son las expectativas para disfrutar en la capital de Estados Unidos las interpretaciones de Omara Portuondo, venerada por amplias audiencias de ese país, por su protagonismo en el elenco de Buena Vista Social Club.

Ella estará en el vórtice de una velada que incluirá a la orquesta de la Universidad de las Artes adjunta al Lyceum Mozartiano de La Habana, la juvenil danzonera matancera Miguel Faílde, los pianistas Aldo López Gavilán y Jorge Luis Pacheco, el saxofonista Yosvany Terry, el guitarrista Alí Arango y la vocalista Aymée Nuviola.

Hasta el 3 de junio, con mayor intensidad durante las dos primeras semanas, se desplegará un programa a cargo de 420 artistas, de los cuales 242 viajarán directamente desde la nación antillana y el resto de otros países de América Latina, Europa y los propios Estados Unidos.   

Entre todos cubrirán una agenda de 50 eventos que abarcarán un amplio espectro de manifestaciones danzarias, teatrales, musicales, cinematográficas y de las artes plásticas, sin olvidar la gastronomía ni las tradiciones ancestrales.

De acuerdo con Alicia Adams, curadora del Festival, se  trata de «abrir la mayor cantidad de ventanas posibles a una de las culturas más dinámicas que he conocido».

«Cuba es un país –declaró ella ante medios estadounidenses el pasado viernes– que cuenta con una mezcla exuberante de culturas, africanas, europeas, caribeñas, norteamericanas y sudamericanas, responsables de moldear un universo artístico sin igual por más de medio siglo. Me llena de mucha emoción traerle al público del Kennedy Center los grandes tesoros de esa cultura».

Las instituciones cubanas facilitaron los  contactos con los artistas, y, obviamente, coordinaron su  participación, pero el criterio de  selección corrió a cargo del Kennedy Center. De ambas partes prevaleció la noción de propiciar un puente de entendimiento en favor de la concordia y el intercambio cultural.

A las expectativas para el concierto de apertura, que  generaron el agotamiento de los boletos, se añade la avidez del público de la capital norteamericana por descubrir otras aristas del Festival. Así sucede con las anunciadas presentaciones de miércoles y jueves en el Milennium Stage del quinteto de cuerdas y clarinete Caribe Nostrum, liderado por la violinista y compositora Jenny Peña, y del pianista clásico Adonis González y el percusionista Mauricio Herrera, quienes se juntarán procedentes de Atlanta y Nueva York, respectivamente, para exponer la pertenencia a una identidad que defienden.

Los críticos que en EE. UU. siguen las novedades de la música popular cubana confían que el miércoles 9, en el teatro Eisenhower, Yissy y Bandancha, impongan su estilo. Al día siguiente, en ese mismo espacio, estará la orquesta del Lyceum Mozartiano, conducida por José Antonio Méndez Padrón, con el pianista Ulises Hernández y el guitarrista Alí Arango como solistas. Obras de Leo Brouwer, Gisela Hernández, Carlos Fariñas, Moisés Simmons y Guido López Gavilán conformarán el repertorio.

A la noble iniciativa del Kennedy Center se ha opuesto, como era de esperar, el núcleo de la ultraderecha enquistada en el estado de la Florida, representada por los congresistas Ileana Ros Lehtinen y Mario Díaz Balart, seguidores de las pautas del estólido senador Marco Rubio, a los que se ha sumado el demócrata de New Jersey, Albio Sires.         

Escribieron una carta al secretario de Estado, Mike Pompeo, y a David M. Rubenstein y Deborah Rutter, presidente del directorio y presidenta, respectivamente, del Kennedy Center, en que expresaron su «profunda preocupación» sobre el evento. «Parece que el Festival presentará  artistas partidarios y propagandistas del régimen, al tiempo que los artistas independientes de la Isla no parecen estar representados», escribieron. Muchos artistas incluidos en el programa del Kennedy Center, afirmaron, «son defensores del régimen de Castro desde hace mucho tiempo».

Jurásicos e incultos, los firmantes pretenden ignorar las confluencias espirituales entre dos pueblos cercanos.