Bebo Valdés, que cumpliría 100 años este 2018, grabó con Diego El Cigala en el 2003 el álbum Lágrimas Negras, un fonograma muy celebrado por la crítica y los espectadores de medio mundo que no podían quedar impasibles ante las versiones del cantaor español sobre Veinte Años o la propia Lágrimas Negras, acompañado de una de las figuras centrales del jazz cubano. Pero uno de los resultados más importantes de la alianza entre El Cigala y Bebo fue que a partir de ese álbum se afianzó la pasión del cantaor madrileño por la música cubana y las leyendas que la han hecho grande hasta hoy.
La particular admiración de El Cigala por los ritmos cubanos lo llevó a grabar el disco Indestructible, en el que puso los palos del flamenco al servicio de la salsa para alcanzar una potente mezcla con la que rinde su propio homenaje a figuras y orquestas como La Fania All Stars, Tito Puente, Los Muñequitos de Matanzas o Héctor Lavoe. El álbum está nominado a los premios Grammy 2018 e inspiró el documental del mismo nombre dirigido por el español David Pareja, graduado de la Escuela Internacional de Cine y Televisión de San Antonio de los Baños (EICTV).
«La filmación fue en paralelo a la grabación del disco, seguimos un itinerario prefijado y a partir de ahí fuimos concibiendo el documental. Aprovechando que viajábamos a países como Colombia, Cuba, Estados Unidos o Puerto Rico fuimos profundizando en los personajes que participaban en el disco y que, de alguna manera u otra, eran protagonistas de este género que se llama salsa», recuerda Pareja en entrevista vía correo electrónico sobre la grabación de este filme estrenado en la edición 39 del Festival Internacional del Nuevo Cine Latinoamericano.
—¿Cómo llegaste a El Cigala para dirigir el documental?
—He trabajado durante diez años como promotor musical y programador de festivales. En este tiempo tuve ocasión de colaborar bastante con el hoy mánager de Diego El Cigala, Pachi Espinosa. Él estuvo a punto de producirme un documental sobre el compositor Salif Keita, pero tuvimos que abortar antes de que estallara el conflicto en el norte de Mali. Cuando Diego le contó que quería hacer un disco de salsa pensó rápidamente que ahí había un documental y se puso en contacto conmigo. Además de haber colaborado en varios proyectos audiovisuales juntos, soy un gran amante de la salsa.
—¿Hay algún rasgo de El Cigala que te impresionó más durante el rodaje?
—Diego El Cigala es un artista único. En lo personal, es cercano, sencillo y muy cariñoso. Deja trabajar, da mucho espacio, y le gusta ser partícipe de todo cuanto se hace. Pero en lo profesional es muy detallista, casi obsesivo. Todo ello a pesar de que tiene un oído y un poder de afinación asombrosos, eso es lo que más me impresionó de él y lo que le permite poder tocar tantos estilos de una forma tan personal. Logra hacer suyos géneros tan dispares como el flamenco, el tango, el bolero o la salsa. Es un logro muy complicado: puedo imaginarme —ahora— a un flamenco cantando salsa, pero nunca me imaginaría a un salsero cantando flamenco.
—¿Cómo fue la imbricación con Diego? ¿Le presentaste tu propuesta o él ya vino a ti con una idea establecida?
—Fuimos acompañándolo a medida que grababa el disco e íbamos generando material más narrativo aprovechando sus viajes para esta composición. Fuimos avanzando con una premisa clara, de la que parte el documental, y construyendo todo el relato a medida que avanzábamos en un viaje por los países que hoy en día son más importantes en el mundo de la salsa. Nosotros le íbamos proponiendo contenidos y él se iba sumando a ellos. Siempre ha estado muy abierto a colaborar y tenía muy claro el papel del documental en todo el proceso.
«La primera vez que nos encontramos fue en Tenerife, durante un concierto suyo, unos meses antes de empezar el documental y hablamos. Yo tenía una propuesta y enseguida nos sentimos en sintonía. Nuestra idea era trascender el making of de un disco para realizar un documental sobre todo un género, el gran género latino. Y Diego El Cigala era el protagonista perfecto: un flamenco que siempre ha coqueteado con la música latinoamericana y que se propone dar un triple salto mortal para adentrarse en la salsa partiendo de una motivación muy personal».
—¿Percibiste diferencias entre el trabajo con los músicos cubanos y los artistas de otros países que visitaron?
—No te puedo contar grandes diferencias, todos participaron con la misma ilusión y el mismo grado de profesionalidad. En el disco y el documental, hay muchas nacionalidades unidas en torno a una misma pasión: la música afroantillana.
—¿Qué tipo de música encontraron durante los periplos por Miami y Nueva York?
—Las sesiones de grabación estuvieron muy concentradas y lo que pudimos encontrar estaba muy enfocado al mundo de la salsa. En Miami tuvimos la ocasión de encontrarnos con Gonzalo Rubalcaba y dejarle improvisar unos boleros al piano, y ese fue uno de los mejores momentos de todo nuestro viaje. Es uno de los tres mejores pianistas del mundo y verlo trabajar es una experiencia. Tiene una inteligencia y una sensibilidad al piano que es capaz de transmitir muchas emociones.
—¿Crees que se respira aún la influencia cubana en la salsa que se hace en EE. UU.?
—Por supuesto, es una de las tesis que defendemos en la película. La salsa no es más que toda esa música cubana de los años 40, 50, 60, rescatada por los boricuas en Nueva York gracias a los primeros conjuntos de gente como Joe Cuba, Eddie Palmieri o Tito Puente. Más tarde, la generación de los 70 empezó a realizar un son más urbano, capaz de responder a las dificultades de racismo y xenofobia que atravesaban los latinos en la gran manzana. Ahí es cuando nace la salsa, pero la base es totalmente cubana.
—¿Tuvo alguna influencia tu paso por la EICTV en la realización del documental?
—Todo en la vida forma parte de un proceso de aprendizaje. En la EICTV tuve oportunidad de aprender mucho, conocer de cerca un proyecto maravilloso, muy lindo; y conocer a unos grandes compañeros. Y fue la época en la que me enamoré de la salsa. Después de volver de Cuba, nunca he dejado de escucharla. Eso ha jugado un papel importantísimo en esta película. En la Escuela nos enseñaron a poner en valor la obra de Glauber Rocha, Titón, Santiago Álvarez, y eso siempre se le queda en la mirada a uno. Es una forma de entender el cine muy diferente.












COMENTAR
teresa san jose caravaca dijo:
1
18 de enero de 2018
05:54:33
Javier dijo:
2
18 de enero de 2018
06:35:22
paco dijo:
3
18 de enero de 2018
07:45:55
Rachel Chaviano dijo:
4
19 de enero de 2018
10:21:54
Guillermo R Martinez Rodriguez dijo:
5
19 de enero de 2018
23:32:41
Marta Beatriz Briggs Jiménez dijo:
6
22 de enero de 2018
08:10:31
Sara dijo:
7
22 de enero de 2018
16:09:06
Sara dijo:
8
22 de enero de 2018
16:10:22
Alejada urueña dijo:
9
22 de enero de 2018
16:49:41
plaff dijo:
10
23 de enero de 2018
10:25:00
Responder comentario