ÓRGANO OFICIAL DEL COMITÉ CENTRAL DEL PARTIDO COMUNISTA DE CUBA

Julio recoge sucesos que tocan de manera singular a Nicolás Guillén. Justo ayer hizo 115 años que vino al mundo el Poeta Nacional cubano, y también en este mes, el día 16, ocurrió su deceso. Otra efeméride ineludible que incumbe al ilustre camagüeyano fue la de asistir al II Congreso de Escritores en Defensa de la Cultura, que tuviera lugar hace 80 años en España, iniciado en Valencia y extendido a otras ciudades para concluir en París, al formar parte de la delegación cubana que integrara la sugestiva cita.

España vivía bajo las bombas fascistas cuando en 1937 llegaban hasta allí más de 70 delegaciones con más de 100 escritores de 28 países. La delegación del país que envió la mayor cantidad de combatientes para apoyar a la República durante la Guerra Civil estaba integrada por Juan Marinello, Nicolás Guillén, Alejo Carpentier, Félix Pita Rodríguez y Leonardo Fernández Sánchez.

La Fundación Nicolás Guillén, liderada por el doctor Nicolás Hernández Guillén, no pasó por alto ni la presencia permanente del bardo, vigorizada al conmemorar su natalicio, ni su asistencia al congreso al que llegara siendo ya el autor de Motivos de son, convencido de que era hijo de América, de España y de África, a un mismo tiempo. Para ello desde ayer sesiona en la sala Villena de la Uneac el coloquio Cultura contra fascismo, con rúbrica Tus venas, la raíz de nuestra sangre.

Ataviado con la exposición Memorias del segundo congreso de 1937, que contempla imágenes y artículos aparecidos en revistas, carteles y fotos asociadas al suceso, el escenario acogió a intelectuales, artistas y participantes en general para presenciar intervenciones y posteriores debates en torno al hecho en cuestión y también sobre temas contemporáneos.

Las palabras primiciales a cargo de Miguel Barnet, rememoraron el contexto políticamente triste en que llegara al mundo Guillén, cuando la Enmienda Platt ninguneaba al pueblo cubano bajo la égida de gobiernos entreguistas y rememoró su propia estancia en un evento que celebraba los 50 años de dicho congreso y que lejos de exaltar los valores del foro de 1937, destacó por la hostilidad de algunos poetas y escritores latinoamericanos que asumieron entonces posturas muy diferentes a las que pretendió el congreso de marras, en el que los intelectuales alzaron su voz contra el fascismo y potenciaron el valor de la cultura como salvaguardia de la humanidad.

David Rodríguez Fernández, coordinador de Izquierda Unida País valenciano, se refirió al coloquio como espacio para hacer frente a la ofensiva neoliberal de estos tiempos, que pretende acabar con todo lo que concierne al hombre y remarcó la necesidad de defender la cultura de la posverdad, a la vez que también rinde homenaje a José Martí y Fidel Castro, quienes supieron defender la cultura de las ideas.

Con libros en las manos, obsequiados por el Centro Pablo, los participantes escucharon las palabras de Pascual Serrano, entre otros ponentes, tituladas El compromiso de los intelectuales en el siglo XXI.

Para Serrano resultó necesario enfatizar que la ausencia de compromiso con la verdad es ya un crimen, idea que defendió a partir de la máxima de que el papel de los intelectuales es decir la verdad y denunciar la mentira, y aludió a la necesidad de romper el cerco mediático que esconde la realidad de nuestros
pueblos sufridos en esta era de internet en la que el hambre y las injusticias se producen en el mundo real y no en el virtual.

Otro panel, dirigido por la investigadora Caridad Massón, refirió apuntes esenciales de Leonardo Fernández Sánchez (el amigo de Julio Antonio Mella, y el menos conocido de los miembros de la junta cubana que asistiera al congreso, visto desde el análisis de Fernando Martínez Heredia). También desde la palabra de Graziella Pogolotti emergió la figura de Carpentier, quien no intervino en la plenaria pero con su pluma cumplió el extraordinario compromiso que estableció entonces con las masas populares. También al publicar imágenes escalofriantes por la destrucción captadas en la propia España se tocaba la sensibilidad del lector a la vez que la verdad de la guerra civil se convertía en universal.

Significativa resultó la intervención de Ángela de Mela, quien fuera la esposa de Pita Rodríguez, un incansable colaborador de las causas justas y cuyos incontables desvelos contemplaban el de repatriar a los cubanos que fueron hechos prisioneros y para lo cual había que arriesgar con creces la vida. De Mela concluyó a modo de alerta con aquellas palabras del poeta cuando advirtió que no son otros los enemigos de hoy de la humanidad, sino los mismos de ayer. «Son ellos otra vez».

Muchas otras alusiones fueron consideradas en la velada que continúa hoy desde la mañana. La disertación que refirió ayer la presencia de los cubanos en la guerra civil será completada con la remembranza de intelectuales españoles, de modo que nombres como Rafael Alberti, María Teresa de León, Federico García Lorca, León Felipe y Miguel Hernández –a sabiendas de que son muchos más– serán invocados. Habrá quien recuerde tal vez aquellos versos del pastor de Orihuela cuando pidió a su esposa Escríbeme a la lucha, siénteme en la trinchera, convencido de que un día podría dejar frente a su puerta su vida de soldado sin garras y sin colmillos.

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