ÓRGANO OFICIAL DEL COMITÉ CENTRAL DEL PARTIDO COMUNISTA DE CUBA
El ciudadano ilustre dejó inaugurado el 38 Festival Internacional del Nuevo Cine Latinoamericano.

Delicioso descuartizamiento sa­tírico de genio y figura el que realizan en El ciudadano ilustre Gastón Duprat y Mariano Cohn, a partir de un revuelo de nostalgias que hace a un Pemio Nobel argentino volver al pueblito en el que naciera, 40 años atrás.

¿Qué pudiera buscar en tan re­cóndito lugar este intelectual que vi­ve, como un anacoreta, en una es­plén­dida mansión europea y re­cha­za las invitaciones y homenajes más fabulosos, con el desinterés de quien ha probado todas las mieles?

Modesta en su realización y de cierta apariencia ingenua, el filme es una ácida comedia provista de diversas capas de lecturas, vinculadas a un escritor tan inteligente co­mo presuntuoso, aunque capaz de desenvolverse en cordiales pa­ter­na­lismos.

Elementos ideales para armar una caricatura del intelectual como ombligo del mundo, pero nada de trazos gruesos hay en El ciudadano ilustre; al contrario, porque su guion está en función de ir revelando la condición humana de un hombre que, en la cima de la gloria, se ha quedado seco de materia creativa, que es hostigado por su editor y que, quizá también por eso, em­prende una vuelta a las raíces, pues mu­chos conocidos de su pueblo se con­vir­tieron en personajes determinantes de su obra.

Un magnífico Óscar Martínez, pre­miado en el Festival de Venecia de este año, encarna a este intelectual ambiguo que se declara contrario a los premios (posiblemente por­que se sienta superior a ellos) y que, sin embargo, en un gesto de añoranza, de comprobar qué se hi­zo «de aquello» que una vez conoció, acepta la mo­desta condición de Ciudadano I­lus­tre que le otorgan sus viejos amigos.

En ese interactuar del intelectual excelso con «su pueblo» (la antigua novia, el amigo ahora mujeriego y matarife…), choque de culturas en el que algunas sinceridades se combinan y otras se diluyen entre máscaras, tejen los realizadores una cadena de encuentros-desencuentros mar­cados por la hilaridad y el humor negro; al tiempo que salen a relucir interesantes apuntes, relacionados con el proceso creativo del escritor.

No hay alardes técnicos ni despliegues de recursos en El ciudadano ilustre, comedia dramática que lo apuesta todo al guion, a las situaciones hilarantes, deudoras en par­te del costumbrismo emanado de una zona rural, a cierta atmósfera onírica que sale a relucir en los finales y, en especial, a la personalidad de este intelectual, también aterrorizado por su soledad en medio del éxito.

Un personaje el de Óscar Mar­tínez inquietante y no muy simpático para el espectador —¡que así lo han querido los realizadores!—, pero con la suficiente enjundia como para convertirse en una referencia, más allá del campo de la ficción.

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gretter dijo:

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2 de febrero de 2017

13:34:36


Uno de los filmes argentinos más aclamados este año ha sido El ciudadano ilustre, dirigida por Mariano Cohn y Gastón Duprat, el filme es un trabajo provocador sobre los matices culturales de la sociedad actual. Un escritor, recientemente ganador del Premio Nobel de Literatura regresa a su pueblo después de 40 años. Sus triunfos en Europa se debieron a sus escritos sobre su ciudad y sus habitantes. Una invitación para nombrarlo Ciudadano Ilustre lo llevará a cancelar sus compromisos para reencontrarse con su pasado. Este suceso alterará su vida y la de los residentes del lugar. La cinta compitió en la sección oficial del Festival Internacional de Valladolid y resulta notable en muchos de sus planteamientos. Narrada por capítulos, El ciudadano ilustre es una comedia dramática sobre lo que entendemos por cultura, desde una mirada crítica. El guión es puro humor negro, cinismo, ironía, algunas escenas resultan largas pero en sentido general es un filme entretenido. Sus directores al plantear sus tesis con tono sarcástico hacen un llamado a la reflexión de manera notable, simbólica. Óscar Martínez es nuestro ciudadano en cuestión, ganador a mejor actor en el Festival de Venecia con este personaje. Me sucede algo interesante con su interpretación, no se trata de que no me resulte creíble o de que no lo crea adecuado, simplemente es el papel, con el cual no logro identificación. La risa inteligente, la que busca razonamiento, eso es lo que ofrece El ciudadano ilustre, una fábula sobre un hombre que fue profeta dentro y fuera de su propia tierra.