Leonard Cohen ha muerto. Ha muerto este jueves a los 82 años el poeta y el cantautor canadiense que estremeció con sus canciones rotas, quebradas y sombrías a varias generaciones en todo el planeta. El músico cantaba como si tuviera una mujer atravesada en la garganta; como si conociera todos los secretos del mundo y tuviera la certeza de que no había nadie cerca que pudiera llegar a descifrarlos.
Cohen no era un cantautor al que pudiéramos conocer en la superficie. La única forma de aproximarnos a lo que quería decirnos sobre el significado de soportar la vida en la tierra y no tener otro remedio que continuar arrastrando nuestros cuerpos hacia un futuro incierto, era adentrarnos en lo más profundo del océano existencial atesorado en sus cientos de canciones, grabadas en casi 15 discos a lo largo de 50 años de carrera.
En esa tierra incógnita de la incertidumbre, Cohen fue un hombre feliz (una felicidad, entiéndase bien, que también vino de aceptar la pérdida, la soledad y vivir entre esos recuerdos que nos demuestran que pese a todo no hicimos las cosas tan mal en la vida) y se mantuvo por décadas haciendo canciones que hoy son himnos de la cultura popular. Pero el canadiense no componía para las luces del éxito ni la popularidad. Cohen escribía y cantaba, con su voz grave y quebrada, porque sabía que estaba condenado a sufrir las convulsiones del amor y navegar por esos lares espirituales y existenciales que solo él conocía.
Dylan ganó el Nobel de Literatura pero Cohen lo merecía igual. El norteamericano influyó como Lennon a la era hippie y sostuvo sus ideales antes de perderse por un tiempo en una olvidada casa de campo. Cohen no fue menos y escribió textos con un electrizante lirismo y una poesía enigmática que recorre cada fibra del cuerpo y te arrastra hacia una perfecta comunión espiritual con uno mismo.
Cohen, además, demostró que el caos puede ser una zona de control. Que la fragilidad de la vida existe y tenemos que estar conscientes, por duro que sea, de que solo estamos aquí de paso y debemos vivir como si estuviéramos en un círculo de fuego aunque a veces el cuerpo no responda.
Cohen cantaba con voz de un predicador que quiere convencer a todos que la poesía existe hasta en el paso de un anciano en medio de una madrugada hiriente. Cantó también sobre el sexo, sobre sus tempestades amorosas con las mujeres de su vida pero a las que se entregó con un amor que frisaba la divinidad.
El cantautor canadiense no formó parte, digamos, del huracán antisistema que quiso barrer con todo lo establecido durante los entrañables 60, pero tampoco estuvo en la cúspide de los circuitos políticamente correctos ni del mainstream. Lo del canadiense era escribir en silencio, poner sobre el papel lo que pensaba sobre la condición humana, explorar sus límites, su desazón, sus resquemores, sus quebraduras y quizá, en el mejor de los casos, su esperanza.
Fue un músico que no se dejó arrastrar por el vértigo y la velocidad y prefirió marcar su propio ritmo, como si viviera en un país remoto donde solo tuviera que rendir cuentas a sí mismo. Esa distancia tomada a conciencia le permitió mirar al abismo sin temor a que el abismo lo mirara a él. Le permitió conocer desde la altura de su nación espiritual cómo se mo-vían los seres humanos allá abajo y retratar su paso por la vida y el de sus coterráneos en un puñado de temas inmortales.
Cohen, tan desgarrador, tan presa de ese dolor sombrío próximo a la divinidad que nos permitió ser mejores personas, no pudo (ni quiso) estar exento de los excesos de la generación a la que perteneció. Disfrutó las convulsiones de su juventud al límite, se entregó a la mayoría de los placeres y luego, ante los cambios de época, se encerró en su propio refugio espiritual, donde se mantuvo investigando con devoción religiosa sobre las contradicciones, el amor, la libertad y la fe de los seres humanos.
Recuerdo que me «volé» la cabeza cuando escuché por primera vez The Future y Waiting For The Miracle en la banda sonora de Asesinos Natos, y otros como So long, Suzanne, Marianne y Chelsea Hotel # 2, un tema en el que relata cómo conoció a Janis Joplin en esa selva de emociones incontrolables que era este hotel neoyorkino durante la eclosión de la contracultura. Pero Hallelujah, ese himno, fue el tema de su repertorio que recorrió el mundo y fue versionado por varios de los artistas más grandes de esta época.
Y en Cuba lo más cerca que estuvimos del Hallelujah de Cohen fue cuando el norteamericano Rufus Wainwright, quien pertenece al círculo familiar del canadiense, ejecutó hace unos meses una magistral interpretación de ese tema-bisagra de la cultura popular en la Fábrica de Arte.
Leonard Cohen cantó a todo. Incluso a su propia muerte. A los 82 años publicó un disco lleno de alusiones a su posible despedida y mencionó sus problemas de salud.
Compositor estricto y detallista hasta el cansancio, no quiso dejar cabos sueltos y confesó lo que muy pocos estarían dispuestos a revelar públicamente. Me queda poco tiempo y este es mi suerte de epitafio, quizá habría dicho el canadiense durante la grabación de su último disco You Want It Darker (Lo quieres más oscuro).
En ese punto se llenó del mismo coraje de David Bowie cuando herido por un cáncer de hígado estrenó ese gran adiós que es Black Star, donde de igual forma hace alusiones profundas a sus últimos días. Otra demostración de que los genios son capaces de sobreponerse hasta a su propia muerte. Como mejor prueba de ello solo basta volver a oír canciones invernales como The Future o la propia Hallelujah para reafirmar que la tristeza o la desolación pueden ser sentimientos que nos traen de regreso hacia la vida desde la niebla más impenetrable del aislamiento espiritual, ese vasto territorio donde Leonard Cohen se hizo grande descifrando el secreto más recóndito de la existencia humana.












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R. Pérez Nápoles dijo:
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12 de noviembre de 2016
04:09:52
R. Pérez Nápoles dijo:
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12 de noviembre de 2016
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Arturo dijo:
3
12 de noviembre de 2016
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Boris Reyes dijo:
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12 de noviembre de 2016
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abdiel dijo:
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12 de noviembre de 2016
10:21:58
Reinaldo Alonso. Respondió:
12 de noviembre de 2016
13:43:47
Manuel dijo:
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12 de noviembre de 2016
14:13:34
marlon dijo:
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14 de noviembre de 2016
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Lisdanys dijo:
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15 de noviembre de 2016
08:57:39
Luis Alberto Angulo dijo:
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17 de noviembre de 2016
12:51:41
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