Carretera Sonora nació, entre cosas, para darle lustre a grupos o tendencias sonoras que en Cuba no se conocen lo suficiente o han pasado de soslayo en los medios de difusión. Por fortuna, algunos visionarios, que han visto la inmensa valía de géneros como el rock, el rap, el folk, la música cubana de raíz o la latinoamericana, fundaron espacios como Músicas del mundo o A Capella, que —por extraño que parezca— han sido condenados a los lugares menos visibles de la programación televisiva y, por tanto, han pasado casi como fantasmas entre los televidentes. Esta sección, para comprenderlo de una vez, surgió con el propósito de ponderar corrientes culturales relevantes, que, como se sabe, tienen miles de seguidores en Cuba.
Lamentablemente no se han encontrado estrategias coherentes para que el público reconozca en todo su valor a músicos, sobre todo más jóvenes, con una obra de probada calidad. Me refiero, en este caso, al trovador Leonardo García, un músico desconocido para la mayoría del público y los medios de difusión. Pese a esto, al menos hasta donde yo conozco, Leo dio cuerpo a un repertorio de culto (de culto sí, aunque algunos puedan pensar que exagero), construido a base de escudriñar en lo más recóndito de la Isla y sentir las angustias, las esperanzas y los desasosiegos de una generación, la de Leo, la mía y la de todos los que crecieron entre los años 80 y los 90.
Las canciones del trovador son un documento imperecedero para conocer a fondo un país que encontró un reflejo honesto en sus discos, que hasta este momento había grabado de forma independiente. Digo hasta el momento porque el trovador tuvo la oportunidad, después de más de 20 años de carrera, de grabar su primer álbum con la Egrem bajo el título Cara o cruz.
En el fonograma aparecen canciones con una larga andadura, esas que convirtieron a Leo en Leo y que han sido interpretadas por el trovador en cuanto escenario se abra para ese género tan desprotegido que es la joven trova cubana, deudora, que no le quepa duda a nadie, de los influyentes Silvio y Pablo.
Muchas de estas canciones fueron escritas por el juglar pero creadas por su entorno. Me explico: el trovador canta, entre otros temas, al dolor, a ese dolor hondo que significa salir a la calle y ver cómo algunos se devoran en vez de tenderse la mano para caminar juntos hacia adelante, con todo y la difícil cotidianidad que nos acecha.
Por suerte para todos, sin distinción, hay trovadores como este que permanecen en la Isla y cantan sin ataduras para pensar un futuro mejor. El trovador lo reconoce: «si no sueño el país siento frío», resume en El rock and roll de la esperanza, un tema de Cara o cruz que duplica su fuerza con el sonido crudo y directo, como debe ser, del rapero que lo acompañó.
Cambio de tono y Abajo la xenofobia son otros de sus temas de batalla grabados en este álbum. El último, escrito con mordacidad, humor e ironía, armas que utiliza perfectamente, es el retrato de una parte de la Cuba actual donde muchos se deslumbran por expresiones foráneas prefabricadas, mientras obvian la cultura que identifica a los cubanos en cualquier lugar del mundo donde decidieron residir.
Aquí radica una de las preocupaciones medulares de la obra de Leo, quien desde que salió a la carretera mantuvo el compromiso que le dictó su conciencia, y encendió las alarmas sobre un país donde decidió vivir y cuyo futuro, obviamente, no lo quiere divisar como si estuviera en un carro en medio de una carretera con el retrovisor empañado por la humedad. Esa preocupación descansa además en otras canciones como Lindas palabras.
Leo también habla de los campesinos, de las reuniones íntimas de amigos en las que se habla a pecho descubierto y rememora postales de su primera juventud, cuando conformó su círculo más cercano con amigos que aún se mantienen cerca y otros que ya no están.
Recreación sana es un tema que no solo identifica la vida del primer Leo, sino la de todos nosotros, ya saben, los que rondamos los 35 años o un poco más, quienes con una década menos sobre la espalda no necesitamos para celebrar nada más que la compañía de un buen piquete de amigos, un trago y una familia que nos sirvió de abrigo cuando descubríamos el placer de lo desconocido.
Cuando uno se adentra en Cara o cruz descubre que es un documento lleno de urgencias que merece dejar una huella no solo en la discografía sino entre el público. Pero cuando llegamos al tema que da nombre al CD vemos como Leo se hace las preguntas que todos, con tres dedos de frente, nos hemos planteado alguna vez. El músico habla desde la mirada de un trovador que tuvo que readaptarse a la realidad que vivió desde la infancia, y como padre de un niño pequeño le preocupa que su hijo se deslumbre por la cultura chata.
El músico sabe que hay que decirlo a tiempo, para tratar de encauzar el camino y para que los más jóvenes reparen en las fibras más auténticas y rebeldes con las que se nutrió la identidad emancipadora cubana desde hace siglos.
Son 13 canciones con historia que componen este álbum. Textos vitales y profundos que merecen ser escuchados y divulgados. El disco resulta, además, un producto entretenido, alejado de los indescifrables laberintos en los que algunos trovadores escribieron temas que, finalmente, no llegaron a ningún lugar. Con esto digo que cualquier cubano, sea seguidor de la trova o no, puede disfrutar de este material y sentir, de pronto, que su país le está hablando directamente al oído.












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rtq dijo:
1
15 de octubre de 2016
10:48:36
GCS dijo:
2
16 de octubre de 2016
09:01:33
yoenys dijo:
3
16 de octubre de 2016
16:39:58
GabrielUCI dijo:
4
17 de octubre de 2016
00:26:08
alberto dijo:
5
18 de octubre de 2016
02:14:09
wilvy dijo:
6
19 de noviembre de 2016
12:53:27
andres dijo:
7
12 de julio de 2019
09:28:27
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