
Hace pocos días tuve la oportunidad de asistir a un concierto de Rufus Wainwright en la Fábrica de Arte Cubano. Quizás, en este momento, algunos se preguntarán, por la poca divulgación de la buena música por estos lares, quién diablos es Rufus Wainwright. Pero los que ven más allá del muro impuesto por las tendencias de moda y asumen la musica como un descubrimiento, conocerán al menos de oídas a este increíble cantante y compositor estadounidense con raíces en Canadá. Digo increíble, entre otras muchas cosas, porque cuando Rufus se sentó al piano e interpretó su versión de Hallelujah dejó a la Fábrica en una pieza, causando conmoción entre los que lo escuchábamos casi en trance.
Su Hallelujah fue el punto culminante de un concierto en el que Rufus repasó varios de sus clásicos como I am Sam y Cigarettes And Chocolate Milk.
Después del show Rufus, camisa blanca y un colorido pantalón, se tomó un descanso en los camerinos antes de recibirme para compartir algunas ideas de su extraordinaria carrera, su relación con el mítico músico canadiense Leonard Cohen —autor de joyas como Chelsea Hotel y la propia Hallelujah— y su militancia por los derechos de los homosexuales (Rufus no solo ha manifestado sin remilgos su condición homosexual desde la primera juventud, sino también aboga públicamente por los derechos de esta comunidad).
El cantante y compositor está sentado sobre un pequeño sofá y bebe un poco de agua para mitigar el calor que desafía el aire acondicionado. Se seca el sudor del rostro y ríe a carcajadas cuando le recuerdo que Elton John lo consideró el mejor cantautor del planeta. “No le hagas mucho caso a las etiquetas. Es positivo saber lo que piensan grandes músicos sobre mí, pero realmente lo importante es no detenerse en ningún sitio y seguir trabajando.
Por eso vamos a dejar este asunto ahí”, bromea.
Todo en Rufus indica que ha tenido un buen día, que se siente satisfecho con la respuesta del público y con los amigos músicos que ha hecho en su tercer viaje a Cuba. Hijo de dos astros canadienses del folk, Kate McGarrigle y Loudon Wainwright III, debutó en los escenarios a los 10 años en una gira junto a su madre.“Mis padres son grandes artistas y siento la música como un negocio familiar. Por eso la música para mí es mucho menos de la cabeza y más del corazón”.
El músico neoyorkino ha grabado un montón de canciones que revisten un significado enorme para sus seguidores —que son legión—,pero su versión de Hallelujah ameritaba por sí sola haber ocupado un lugar en el concierto. “A veces deseo que Leonard Cohen no hubiera nacido para haber escrito yo esa obra”, ríe Rufus. Y remata: “Hallelujah es más que una canción, es un fenómeno y yo soy afortunado de ser parte de esa historia. Estoy muy agradecido por poder cantarla y porque Leonard Cohen la haya escrito”.
No es para menos. Es imposible contar los artistas que establecerían un pacto con el más allá para escribir un tema tan evocador e impactante como Hallelujah, publicado por esa maravilla de la naturaleza que es Cohen durante los años 80. La lista de músicos que la han versionado es inmensa, pero dejémoslo por lo claro: la versión de Rufus es única en ese tupido océano de reverencias.
El músico, a pesar de las marcas del cansancio, no para de bromear con cada frase y habla con gran hiperactividad como si estuviera en la sala de su casa. Tanto que no se muerde la lengua cuando revela cómo conoció a Shakespeare. Rufus grabó el pasado año el disco Take All My Loves, con nueve sonetos del escritor británico. “Mi conocimiento sobre Shakespeare nació en un acto bastante singular. Cuando era adolescente mi madre descubrió algunas imágenes en revistas que las relacionó con la idea de que estuviera pensando en el sexo. Entonces me dijo que leyera los sonetos de Shakespeare. Y me regaló el libro”, recuerda.
En el disco se amalgaman desde el pop, melodías barrocas hasta la ópera. Y la ópera se ha convertido en una de sus obsesiones recurrentes. “Digamos que ahora extraño mucho hacer pop porque he estado mucho tiempo haciendo ópera. Pienso volver al pop y después regresaré a la ópera. Realmente no me siento cómodo detenido en nada”.
Rufus, que vivió en su primera juventud una febril etapa de excesos, recuerda que hace algunos años era “muy loco pero muy feliz”. “Hice muchas cosas, pero debí haber sido más humilde en mi trabajo”, reconoce este cantautor cuyo primer disco álbum fue calificado como un gran debut por la crítica.
Rufus cambia el rostro y habla con preocupación sobre la masacre en una discoteca gay de la ciudad estadounidense de Orlando, donde un asaltante asesinó a más de 50 personas. “Fue muy duro lo que sucedió en Orlando y lo que sucede en el Medio Oriente. Sentimos que estamos en peligro y que se violan nuestros derechos humanos en muchas partes del mundo”.
Con 43 años cumplidos, Rufus Wainwright ha hecho casi de todo en la música durante una carrera de 35 años casi meteórica. Ha incursionado en el pop, en la música clásica (inspirado por figuras como María Callas), y en la chanson française, ha participado en la banda sonora de cintas como Brokeback Mountain, Moulin Rouge y Across The Universe, ha creado —música mediante— coloridas polaroids de la ciudad de Nueva York y, de paso, ha recibido premios Grammy y varias nominaciones.
“En este momento de mi carrera —dice con cierto reposo— soy un árbol que crece con muchas ramas. Tengo un querido esposo, mis padres, mi familia, la música y todo eso es muy fuerte en mi vida. Sin embargo, a veces una de esas ramas se asoma para recordarme al joven que era, porque nadie puede traicionar todo lo que ha sido”.












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Almir León dijo:
1
29 de julio de 2016
09:00:32
Almir León dijo:
2
1 de agosto de 2016
08:21:41
Aram Joao Mestre León dijo:
3
1 de agosto de 2016
08:48:48
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