
Una extraordinaria riqueza puede aportar al vacacionista la lectura de un libro. La experiencia, en nada reñida con muchas otras diversiones, bien puede hacer más efectivo el disfrute. Sin embargo, no siempre estirar la mano implica tocar ese título que puede “prender” en el lector y conseguir la fascinación que ese acto entraña.
Para hacer posible ese encuentro, en el que no solo se valga la búsqueda individual de algo para leer, sino también que el libro le salga al paso a su público, y se ofrezca como una oferta nada despreciable, la campaña Lecturas de verano (en curso el pasado 1ro. de julio hasta el 26 de agosto, en todo el país) suma a su agenda nuevas propuestas entre las que se destaca con singular énfasis ese espacio venerable que constituye una librería.
Resulta inaudito que esos recintos, enclavados en las comunidades y abiertos buena parte del día, se resignen a ser estantes empolvados donde duerme su sueño eterno la cultura escrita, cuando ellos pueden demandar toda la atención de los lugareños.
Ante esta realidad el Instituto Cubano del Libro, ICL, no se ha cruzado de brazos y trabaja de conjunto con otras instituciones culturales para que en los meses de descanso escolar sea un hecho lo que han denominado Librerías de verano, al seleccionar en todo el país un conjunto de librerías (diez en la capital y dos o tres por provincias) que tendrán un papel protagónico en la promoción de la lectura a juzgar por las actividades que en sus predios sucederán.
De la necesidad de convertir estos locales en centros más activos ha dado fe Zuleica Romay Guerra, presidenta del ICL.
“Nos interesa que el tipo de programación atraiga al público y que los creadores, escritores e investigadores tengan un papel protagónico en el que se fusionen con los lectores tal como ocurre en espacios de la Feria y en el Sábado del Libro”.
Por otra parte explica que “también nos interesa todo lo que sucede en los espacios públicos y en otras propuestas recreativas donde el libro puede estar presente como una opción más, en aras de ganar tiempo en meses de tanto dinamismo, tal como sucede en el Centro Cultural En Guayabera, en Alamar, donde simultanean tantas actividades y siempre hay espacio para la literatura. En este verano están previstas también visitas a hospitales pediátricos, en los que actúan narradores orales y se les dejan libros de regalo a los niños”.
Más allá de las intenciones, el propósito es ya un hecho. Jane Denisse Coloma, directora Metodológica de Librerías, del ICL, explicó a Granma que se ha coordinado un trabajo en las librerías seleccionadas, las que más condiciones tienen para hacer posible la idea, que incluye tertulias, comentarios literarios, presentaciones e intervenciones de especialistas, psicólogos…, que abordarán temáticas con libros que estarán en venta después de la charla. Para que el empeño funcione se les han unido el Centro Provincial de Casas de Cultura y otras instituciones.
Por otra parte el Festival Del libro y sus colores, un programa que suma al Ministerio de Educación, y que pretende dignificar el libro a través del trabajo con las escuelas, vinculará también experiencias de proyectos comunitarios y docentes de la Brigada de Instructores de Arte José Martí. Esta acción se concretará con jornadas de presentaciones en las librerías de verano hoy 15 de julio y el 18 de agosto y los días 28 de julio y 9 y 18 de agosto en los centros educacionales que tendrán abiertas sus puertas durante el periodo.
Más que un hermoso cartel y un sugestivo eslogan donde un sol que lee, les sonríe a los vacacionistas, la campaña Lecturas de Verano se ha puesto en marcha y apuesta por ese encuentro simpar que un libro propicia y que para muchos aún está por ver.
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