Con la inauguración el pasado fin de semana de la exposición Señas de misterio y vida en la galería Artemorfosis de Zurich, la proyección internacional de la obra de la pintora cubana Alicia Leal tomó un nuevo y decisivo impulso en un circuito donde el arte de los creadores que residen y trabajan en la Isla antillana es cada vez más valorado.
Cuadros casi todos de factura reciente ofrecen a la atenta mirada de críticos y aficionados europeos una poética personal, de aires fabuladores y figuraciones líricas, que comenzó a labrarse luego de que la artista, nacida en Sancti Spíritus, egresara en 1980 de la Academia de San Alejandro en La Habana.
A la vista de la obra pictórica que llevó a Suiza, se confirman estas palabras suyas: “El artista vive en una catarsis constante. Hacer la obra no es más que dar rienda suelta a los sentimientos, a las ideas, a lo más secreto de uno mismo desde el subconsciente al mundo exterior, encontrar las llaves de la creación, hacer la parte artesanal del trabajo, del modelado, tejer un entramado que sea capaz de comunicar un estado de ánimo. Todo toma un sentido, una armonía…”.

Esto se traduce en las figuras femeninas contrastadas —¿el día y la noche?— en Tu nombre es soledad, pero también de una manera diferente, por sus connotaciones metafísicas en Hacer el tiempo y Mundos compartidos. Detrás de las exuberantes filigranas de La montaña y la ardilla se pueden intuir los laberintos de la fabulación, en un sentido opuesto al que se nos muestra en La novia del árbol.
De la evocación lírica de Baño de luna, Mi verso es un ciervo herido y Dentro de ti florezco, la artista transita, sin que se desvíe un ápice de sus principios constructivos, a la simbología enigmática de Recurso natural, o el hieratismo con que curiosamente rinde homenaje al gran pintor cubano Wifredo Lam.
Testimonios más cercanos a la realidad cotidiana, aunque a salvo de lo anecdótico y coyuntural, son las obras Burbujas y una visa americana, De La Habana a Berlín y una estampa vernácula que sintetiza alegóricamente el paisaje productivo y humano de la Isla.
Los trazos de la iconografía popular irrumpen en Lágrimas de fina lluvia, Toda Cuba partida en horizontes y Todo cabe bajo el manto de la Virgen. Se trata de obras que revelan y recrean uno de los principales signos de la religiosidad de los cubanos.
Por los valores de su obra, cuadros de Alicia forman parte de las colecciones institucionales del Museo de la Imagen de Leipzig, Alemania; la Galería Nacional de Kingston, Jamaica; el Museo de las Américas de Managua, Nicaragua; el Wisma Kebudayaan de Kuala Lumpur, Malasia; la Capilla del Hombre de la Fundación Guayasamín en Quito, Ecuador, y el Museo Nacional de Bellas Artes, de La Habana y la Colección del Consejo Nacional de las Artes Plásticas.
Además de la pintura, su labor creadora se ha destacado también en el campo de la ilustración de libros y la fotografía.
COMENTAR
Responder comentario