ÓRGANO OFICIAL DEL COMITÉ CENTRAL DEL PARTIDO COMUNISTA DE CUBA
Jill Furmanovsky, fotógrafa del rock and roll. Foto: tomada de www.rockarchive.com

La vida de Jill Furmanovsky pue­de ser contada en imágenes. Quiero decir, que si alguien tuviera que hacer una biografía de Jill Furmanovsky, bien pudiera reunir las fotografías que esta artista ha tomado a lo largo de su carrera, y contar con ellas la historia de Jill y, a la vez, la historia del rock and roll británico.

Invitada a la Fototeca de Cuba, como parte de la Semana de la Mú­sica Británica que se desarrolla por estos días en La Habana, Jill Fur­manovsky ha venido a contar ella misma, a través de su trabajo, fascinantes anécdotas de célebres bandas y artistas que protagonizaron la revolución del rock and roll.

Tenía solo 11 años cuando su fa­milia emigró desde Zimbabwe y se estableció en el Reino Unido en 1965, y era apenas una adolescente cuando tomó su primera fotografía relacionada con ese mundo: dos amigas suyas junto a Paul McCar­tney. En ese momento —confesó—, se dio cuenta de que le interesaba más estar detrás de la cámara que en la imagen. Y a los 18, cuando comenzó a trabajar en el Rainbow Theatre como fotógrafa —sin serlo profesionalmente—, la fotografía no era considerada aún un arte, sino un servicio.

Allí comenzó una carrera que la llevaría a vivir entre conciertos, gi­ras y estudios de grabación con verdaderas leyendas de la música mun­dial: Stevie Wonder, Pink Floyd, Bob Marley, Eric Clapton, Blondie, The Police, Led Zeppelin, The Pre­tenders, U2, Bob Dylan, The Ra­mo­nes y Oasis, sus “niños” —di­ce—,“trabajé tres años con ellos y eran como mis hijos”.

Y tantos otros. A través de la proyección de excelentes fotografías, asistimos a grandes conciertos, a la revolución del punk, a la influencia del reggae para este género, a la new wave, a George Harrison ofreciéndole una taza de té en el estudio, a Eric Clapton justo después de que el guitarrista perdiera a su hijo y escribiera Tears of heaven, ese poema sublime, o a los inicios del hip hop y a una Amy Winehouse enigmática, llena de vida y de talento.

Entonces sorprende una foto de Silvio Rodríguez. Y luego otra. Jill sonríe y asegura que para ella fue como fotografiar a Bob Dylan. “Son muy suertudos ustedes de tenerle”, añadió.

Uno pensaría entonces que hizo, en cuatro décadas de música, todas las fotografías que quiso. Pero, quizá para una artista como ella siempre queda trabajo por ha­cer. “David Bowie —me confiesa—, me faltó David Bowie… y más Bob Dylan”.

Ahora, con Los Rolling Stones a punto de estremecer a la Isla con un megaconcierto que hará historia, Jill Furmanovsky no está en La Habana por casualidad. A la pregunta de si asistirá al concierto para inmortalizarlo con su lente vuelve a sonreír: “Por supuesto, al menos eso espero”.

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