Reconocido por su obra historiográfica, particularmente la que ha dedicado a la biografía y el pensamiento fundador de Carlos Manuel de Céspedes, Rafael Acosta de Arriba (La Habana, 1953) ha ido desarrollando en paralelo una labor como crítico de arte que se distingue por su agudeza y el modo de abordar manifestaciones aparentemente periféricas en la creación artística o que se relaciona con lo que él mismo denomina estetización de la realidad.
El libro Árbol de signos (Colección Arte y Pensamiento, Artecubano Ediciones 2015) ofrece una imagen poliédrica de este quehacer de Acosta. Su presentación hoy día 15 , a las 5:00 p.m., en la sede del Consejo Nacional de las Artes Plásticas (3ra. entre 10 y 12, Playa) permitirá a los lectores interesados acceder a un arsenal de argumentos válidos para entender varios de los discursos y tendencias que caracterizan la producción contemporánea, e incluso, llegado el caso, polemizar con los juicios del autor.
Acosta de Arriba explica el contenido del volumen: “Reúno en este libro ensayos, artículos y entrevistas escritos durante los últimos años. Algunos vieron la luz en revistas especializadas, textos para catálogos de exposiciones o como prólogos de libros de colegas y amigos; otros son inéditos; se trata de expresiones del ejercicio de opinar sobre las artes visuales y sus procesos, donde el ameno diálogo con relevantes artistas ocupa un papel importante”.
En esta última categoría, agrupada al final de la edición, aparecen entrevistas muy sustanciosas con Julio Larraz, artista cubanoamericano reconocido en los circuitos neoyorquinos; el norteamericano Andrés Serrano, notable por su experimentación fotográfica; un singularísimo cubano, Hernán Puig, que marchó a Europa en 1950 y dejó una huella en la fotografía; la mexicana Ambra Polidori, destacada por la naturaleza crítica de sus creaciones; el maestro Roberto Fabelo y los valiosos artistas cubanos Rubén Rodríguez, Jorge Luis Santos y Harold López.
El cuerpo central del libro contiene ensayos en los que obviamente Acosta despliega una batería de conceptos en torno a procesos, momentos y expresiones que han marcado pautas en el panorama artístico más reciente.
Independientemente de que los ocho ensayos publicados se sostienen por un rigor parejo, llamo la atención sobre la originalidad del texto Repaso de una tradición: cine cubano y artes visuales, por la inteligente imbricación entre ambos campos; y En el interior del bosque de signos, uno de los análisis más consistentes sobre el arte cubano de los dos últimos decenios del pasado siglo.
Al principio del volumen, como para que el lector le vaya tomando el gusto a las ideas que se van desglosando en los ensayos, Acosta de Arriba sitúa una serie de textos breves que titula genéricamente Opiniones al paso, que contiene muy diversos registros, desde comentarios puntuales sobre la obra de muchos creadores de importancia en el arte contemporáneo: Cuty, Gustavo Díaz Sosa, Jaime Prendes, Néstor Martí, Juan R. Diago, Abel Herrero, Wilfredo Prieto, Ossain Raggi y Osvaldo Salas, o críticos como Píter Ortega, Eduardo Morales y Rufo Caballero, hasta una conceptualización del erotismo en el arte.
La lectura de Árbol de signos posibilita constatar la utilidad de un libro que aúna conocimiento, pasión y vocación comunicativa por parte de un crítico cuyos juicios incitan a la reflexión y el diálogo.
El pasado año, Acosta de Arriba publicó un profundo ensayo ampliamente documentado sobre la fotografía del cuerpo en Cuba de 1840 al 2011, con el título de La seducción de la mirada, que recibió el Premio Guy Pérez Cisneros 2015 en la categoría Ensayo, que merece un comentario aparte.
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