ÓRGANO OFICIAL DEL COMITÉ CENTRAL DEL PARTIDO COMUNISTA DE CUBA
Marco Bellocchio, uno de los grandes del cine italiano en Cuba. Foto: Yander Zamora

Marco Bellocchio afirma que en el cine ya no hay lugar para “el escándalo” y su papel ha pasado a ocuparlo la televisión.

Sin embargo, esta le­yenda del séptimo arte italiano afirma que todavía ve en la creación ci­nematográfica una manera de cambiar el mundo. El realizador de cintas memorables como Los pu­ños en los bolsillos o El diablo en el cuerpo, protagonizó un conversatorio en el hotel Nacional con motivo de la presentación de una retrospectiva de su obra en el Fes­tival de Cine Lati­noa­mericano.

Marco Bellocchio (Bobbio, 1939) es un creador que ha estado rodeado precisamente por el escándalo gracias a un puñado de filmes que han removido el orden establecido mientras denuncian la decadencia de las instituciones, la frustración so­cial y la doble moral de los partidos políticos tradicionales.

El maestro italiano, de 74 años,  llegó al Festival precisamente a 50 años de que se escuchara por primera vez su grito de transgresión en las puertas del séptimo arte con su ópe­ra primera Los puños en los bol­si­llos. “No volvería a filmar una película como esa, pero me sorprende que to­davía cuando la presento a los jó­venes les diga algo y se sientan muy interesados en el filme”, dice.

Los puños en los bolsillos, una obra que califica como “profun­da­men­te anárquica y nihilista”, de­nun­cia las dogmas imperantes en la burguesía de la época (hablamos de la década de 1960) a través del retrato de la angustia de una familia italiana de clase alta, un retrato construido con un alto grado de sátira, violencia y crudeza.

Este “enfant terrible” del cine italiano ha rodado otras obras atravesadas por un profundo espíritu iconoclasta y rebelde que hablan sobre la religión, la infectividad de la prensa y de las instituciones, las trage­dias del terrorismo o la asfixia social. En­tre esa larga lista aparecen además tí­tu­los co­mo El monstruo en primera pla­na, La hora de la religión, Bue­nos días, noche y El diablo en el cuerpo.

En el panel, moderado por el crítico de cine Luciano Castillo, Belloc­chio explicó ampliamente las diversas claves que identifican a su obra y aseguró que sigue percibiendo el ci­ne co­mo un compromiso ético. El realizador,  quien señaló que el séptimo arte ha dejado de ejercer influencia en la vida política, invitó a los creadores jóvenes a ver en el cine algo más que un camino para el entretenimiento.

En este sentido mencionó el Bob­bio Film Festival, un evento que realiza en su ciudad natal para e­s­ti­mular la enseñanza del séptimo arte entre los jóvenes, a quienes instó a desa­rrollar también obras que re­flexionen sobre los conflictos que im­pone hoy la realidad.

El cineasta se mostró muy inte­resado en conocer las respuestas del público cubano ante sus filmes. “Me gustaría ver cómo los cubanos re­ciben mis películas, he tenido mu­chos encuentros con los públicos de diferentes países, pero me falta tener esa experiencia en Cuba”, señaló es­te realizador que debutó a los 26 años y cinco décadas después si­gue convencido de que una pe­lícu­la pue­de ayudar a cambiar el mun­do.

La muestra en homenaje a Be­lloc­chio ha incluido filmes como San­­gre de mi sangre, En el nombre del pa­dre, Los ojos, la boca, Bella dur­miente y Enrique IV. Tras finalizar el Festival, el Icaic ha preparado una segunda parte de la muestra en la Ci­nemateca de Cuba donde serán exhi­bidas cintas como Los pu­ños en los bolsillos, Marcha triunfal, El monstruo en prime­ra plana, Ven­cer y China está cerca.

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