Lang Lang es un intérprete espléndido, uno de los pianistas más aclamados por el público de todo el mundo, y Chucho Valdés es el pianista y compositor ganador de Cinco Premios Grammy y tres Latin Grammy.
Ambos se unieron (9 de octubre) en un concierto único, en la total acepción de este adjetivo, en el privilegiado escenario de la Plaza de la Catedral, en el centro colonial de La Habana, para festejar los próximos 500 años (16 de noviembre) de la Villa de San Cristóbal.
Los distinguidos pianistas estuvieron acompañados por la Orquesta Sinfónica Nacional, en esta ocasión bajo la batuta de la norteamericana Marin Alsop, titular de la Sinfónica de Baltimore y Sao Paulo.
Precisamente la función comenzó con la maestra Alsop conduciendo a la Sinfónica Nacional en la Obertura Cubana, del norteamericano George Gershwin, y las famosas Variaciones Enigma, del británico Edward Elgar.

El pianista chino abrió nada menos que con el primer movimiento del Concierto número uno para piano, Opus 23, del compositor ruso Piotr Ilich Chaikovski.
La selección fue una fineza del concertista, pues con esta pieza, a los 17 años, sustituyó a André Watts en el Festival Gala de la Centuria, de Ravinia, Chicago, y desde ese momento su fama no ha dejado de crecer.
Nadie permanece indiferente al No. 1 de Chaikovski, más aun abordado por Lang Lang con una brillantez arrolladora, mostrando todos los atributos que la crítica le atribuye: gran destreza, precisión absoluta, técnica prodigiosa y comunicación instantánea.
El intérprete chino y el cubano Chucho Valdés dialogaron, en fusión de estilos y virtuosismo, en tres piezas cubanas: Y la negra bailaba y Gitanerías, de Ernesto Lecuona, y Tres lindas cubanas, de Antonio María Romeu.
En conferencia de prensa en el Teatro Nacional de Cuba previa al concierto, Lang Lang ya había advertido que tocaría música cubana. “Me apasionan estos desafíos y me gusta interpretar temas propios del país al que viajo. No sería un reto venir aquí y hacer algo que ya yo conozca”.
El maestro Chucho, por su parte, interpretó dos temas de su autoría, Claudia y Nanu, y no podía faltar el jazz, para lo cual escogió Victory Stride, del estadounidense James Price Jonson.
Para concluir, El cumbanchero, del puertorriqueño Rafael Hernández, y un Feliz cumpleaños para celebrar los 74 de Chucho (9 de octubre, 1941) y de su padre Bebo, otro grande de la música cubana (9 de octubre,1918 - Estocolmo, , 22 de marzo, 2013).
A la prensa, el maestro Chucho le precisó que la idea de este concierto en La Habana nació de un encuentro que tuvieron en Viena, en marzo de 2013. “En aquella ocasión hicimos algo juntos con la sonata Claro de luna, de Beethoven. Fue como una conversación, un juego para los dos”, apuntó el autor de Misa negra.
Un detalle preciosista: Lang Lang tocó sobre un piano Steinway and sons, valorado en 130.000 dólares, el cual posteriormente fue donado por la compañía fabricante al Instituto Cubano de la Música.
El concierto fue magnífico, con dos figuras mundiales como protagonistas. Un verdadero privilegio disfrutar de las interpretaciones de Lang Lang y Chucho Valdés, juntos en La Habana.
Un regalo espectacular para los amantes de la música. Todo un lujo esa función nocturna de más de dos horas, al aire libre, en la emblemática Plaza de la Catedral. Prólogo singular para el muy cercano aniversario 500 de San Cristóbal de La Habana.
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