
Hacia los 20 años del Centro Pablo es el título de la jornada que celebrará por estos días las dos primeras décadas de un centro cultural que desde sus inicios ha apostado por la permanencia y defensa de la nueva trova, el arte digital, el testimonio y el diseño gráfico, como memoria de la sociedad.
“Los caminos para llegar hasta aquí no han sido lineales o fáciles. En general, cualquier empresa humana necesita vencer obstáculos e incomprensiones. Esta no ha sido una excepción y nos sentimos felices por haber recibido casi siempre a tiempo la mano amiga y la inteligencia solidaria”, dijo en conferencia de prensa su director y fundador Víctor Casaus.
El aniversario será propicio para rendir homenaje a aquellos espacios que forman parte del programa cultural del Centro, entre ellos, A guitarra limpia, espacio de la nueva trova cubana que cuenta ya con 170 conciertos y la producción de 80 discos nacidos de ellos. El impulso al arte digital a partir de los más de diez salones organizados desde 1999, y los títulos publicados por Ediciones La Memoria, también forman parte indisoluble de su quehacer.
Entre las acciones, está la presentación del más reciente cuaderno Memoria, que contiene en sus páginas una mini-antología del espacio A guitarra limpia, con información visual de los conciertos y de los artistas que por allí han pasado durante todos estos años. Editado por Analía Casado y Leonardo Depestre, sus páginas pueden ser leídas además como un merecido homenaje a grandes figuras de la nueva trova cubana, como Teresita Fernández, Sara González y Santiago Feliú.
Precisamente a este último está dedicada una página en el sitio digital del Centro Pablo, con textos de Silvio Rodríguez, Vicente Feliú y José María Vitier, entre otros “que entendieron esa voluntad ciclónica de Santiaguito para cantarle a la vida —dijo Casaus—, es una deuda con la memoria, la amistad y la hermandad”.
Durante la conferencia se lanzaron además las convocatorias al Premio Memoria 2015 y a la Beca de Creación Sindo Garay. El primero se dedica a la búsqueda de proyectos de investigación testimonial y de historia oral; y el segundo como estímulo a la labor de trovadores de todo el país. Ambos deben ser entregados en la sede del Centro antes del próximo 30 de noviembre.
Comienza así una jornada que culminará el año próximo, aunque la voluntad, a decir de Víctor Casaus, de “preservar y difundir la memoria colectiva al mismo tiempo que construimos, desde nuestros programas, la memoria de mañana”, sea una premisa que no muera nunca.
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