ÓRGANO OFICIAL DEL COMITÉ CENTRAL DEL PARTIDO COMUNISTA DE CUBA
Francis Ford Coppola durante su visita a la Escuela Internacional de Cine y TV de San Antonio de los Baños. Foto: Yander Zamora

En 1972, una familia italiana de apellido Cor­le­one estremeció al mundo cinéfilo. Aunque al prin­cipio algunas críticas la condenaron, El Pa­drino ganó tres premios Oscar y se convirtió en un clásico de la historia del cine. Su director, Fran­cis Ford Coppola, tenía entonces 32 años y una estatuilla dorada por el guion de Patton (1970). Luego vendrían, ya lo sabemos, dos entregas más basadas en la saga del escritor Mario Puzo, pero también títulos como Apocalypse Now (1979), La conversación (1974), The outsiders (1983) o Drácula de Bram Stocker (1992), entre otras, que convertirían a Coppola de a poco, y con cinco premios de la Academia en el bolsillo, en uno de los directores de cine más importantes del siglo XX.

Ahora, a los 76 años, Coppola experimenta. La superposición de técnicas de la televisión y el cine, en lo que ha llamado “cine en vivo”, ha dado como resultado Live action playhouse, donde filmó en vivo (no se repitieron escenas, editó sobre la marcha…) e interpretó además al personaje protagónico. Y ello forma parte, de alguna manera, de las preocupaciones del realizador por el futuro del séptimo arte.

Sobre ello discutió por estos días con los estudiantes de la Escuela Internacional de Cine y Televisión (EICTV) de San Antonio de los Baños, invitado por la propia institución. Interesado sobre todo en la cultura y la gente de la Isla —se­gún confesara a Granma—, Francis Ford Coppola ha viajado a nuestro país varias veces en los últimos 40 años, aunque aún no ha contemplado la posibilidad de filmar en el archipiélago, aseguró. Del cine cubano conoce un  poco, pero solo lo que ha podido ver aquí, pues no tienen esas pe­lícu­las allá, dijo justo antes de asistir a una proyección especial de los audiovisuales con los cuales se graduaron este curso varios estudiantes de la especialidad de dirección de ficción y dirección documental.

Alfa, del español Javier Ferreiro, fue el primer corto de ficción sometido a la opinión del cineasta de origen italiano: “Nunca había visto un fil­me como este, y me gusta cuando muestra una vi­da peculiar, un mundo que no conozco. Cuan­do el amor real es verdadero, es hermoso, no importa quiénes sean los amantes”, dijo, mientras su hijo, Roman Coppola, elogiaba la fotografía de la película.

Minutos antes, Javier Ferreiro confesaba a este diario que la visita de Coppola le hacía “mucha ilusión, porque es un maestro del cual se habla en los tres años de estudios, es un referente, y además siempre ha mantenido una relación muy estrecha con la Escuela. Yo siempre digo que no me canso de ver la trilogía de El Padrino, podría verla dos o tres veces seguidas, y tengo luego un gusto muy personal por una película que él hizo llamada Corazonada”.

Para Kiki Álvarez, jefe de esta cátedra en la EICTV, y director de filmes como Jirafas y Ve­ne­cia, ha sido muy significativa la visita de Coppola en un momento como este: “Es el primer gran cineasta norteamericano que viene a Cuba después del inicio del proceso de restablecimiento de las relaciones con Estados Unidos, y él realmente había sido un adelantado en todo esto, pues esta es su tercera vez en la Escuela.  En estos días dijo algo así como que ‘siempre regresaba aquí porque amaba este lugar’ y yo creo que para la Escuela eso es algo muy importante”, aseguró.

En una nueva jornada, Coppola cocinó y sirvió pastas a los estudiantes de la Escuela, las cuales acompañó con vino de su propia cosecha, en una suerte de tradición que repite esta vez. Mientras, el salón de los grafitis atesora una de sus huellas en la EICTV: El arte nunca duerme, frase que descansa en una de sus paredes y que quizá sirva de inspiración a algunos. Aunque, bien lo sabemos, es el cineasta, casi leyenda, quien más inspira.

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