
Cubadisco 2015 se despidió en la sala Avellaneda del teatro Nacional con una velada dedicada a clásicos rusos e instituciones y personalidades que han tenido que ver con el desarrollo de nuestra música de concierto, en correspondencia con la dedicatoria del evento a la nación euroasiática y al movimiento sinfónico y coral en la Isla.
Con un testimonio de gratitud en su nombre y en el de no pocos cubanos que se formaron en sus cátedras, el maestro Frank Fernández entregó el Premio de Honor Cubadisco al Conservatorio Chaikovski de Moscú, el cual puso en manos de Mijail Kaminin, embajador de Rusia en La Habana.
También recibieron el Premio de Honor la pianista Pura Ortiz, la arpista Mirta Batista, el contrabajista Andrés Escalona y el crítico musical Ángel Vázquez Millares, en reconocimiento a sus aportes a la ejecución y promoción de la música sinfónica.
El programa, asumido por la Orquesta Sinfónica Nacional (OSN) bajo la dirección de su titular Enrique Pérez Mesa, trajo en la primera parte al pianista Aldo López Gavilán en el Concierto no. 1 en re bemol mayor (1912), de Serguei Prokofiev.
Al presentarse en sus primeros compases esta partitura expone un material temático de fácil identificación por su espíritu exaltado —melodía que aparece magnificada luego al cierre de la última sección—, pero a continuación, cuando cambia la tonalidad en el segmento central, exige un despliegue rítmico y dinámico que solo los pianistas dotados del sentido de la medida llevan a puerto seguro. Aldo desarrolló cada planteamiento con admirable fluidez, adecuada potencia e inteligencia emocional. Tocado por la gracia y el ingenio por partida doble, regaló un par de extras al público: una versión de El vuelo del moscardón, de Rimski-Kórsakov, y una paráfrasis de la popular melodía infantil Campanero.
El Chakovski de 1812 (compuesta en 1880) coronó la fiesta. A la OSN Pérez Mesa sumó para el segmento final a la Banda Nacional de Conciertos, para darle volumen y profundidad a la recreación del himno de glorificación al zar con que el autor de la obertura solemne simbolizó el triunfo ruso sobre las huestes napoleónicas representadas por la Marsellesa.












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