ÓRGANO OFICIAL DEL COMITÉ CENTRAL DEL PARTIDO COMUNISTA DE CUBA
Foto: Cartel de la Feria

Una altísima nota en la programación de Cu­badisco 2015 la dieron el último domingo en la sala Avellaneda los estudiantes del conservatorio Amadeo Roldán y cinco formaciones vocales, en un programa bajo la dirección del maestro Guido López Gavilán.

Dedicado a la música sinfónica y coral, el evento enlazó esta condición con otra que caracteriza la agenda del actual Cubadisco: la distinción de Rusia como país Invitado de Honor.

De ahí que el repertorio interpretado por la Fi­larmónica Juvenil del Amadeo Roldán se concentrara en la obra de dos de los más célebres au­tores de la nación euroasiática: Piotr Ilich Chai­­kovski (1840-1893) y Alexander Borodin (1833-1887).

Romeo y Julieta, sin lugar a dudas una de las páginas más inspiradas de Chaikovski, obedece a un esquema descriptivo que trata de reflejar en la música el conflicto de la tragedia shakesperiana. El contraste temático entre la irreconciliable lucha entre Montescos y Capuletos y el triunfo del amor más allá de la muerte domina una partitura que oscila entre la intensidad dramática y la exaltación lírica, dialéctica plenamente asumida por la formidable interpretación de los jóvenes, bajo la guía de López Gavilán, quien por cierto dirigió el programa de memoria.

El Coro Nacional de Cuba, el Polifónico de La Habana, Sine Nomine, Vocal Leo y el coro del Teatro Lírico Nacional aportaron la compacta y rotunda masa vocal a la ejecución de las Dan­zas polotvsianas, de la ópera El príncipe Igor (1887, concluida por Rimski  Kórzakov y Gla­zúnov en 1890). Se hizo notar la articulación,  la fuerza instrumental y la potencia de las voces, sin menoscabo de la transparencia interpretativa.

Y como Cubadisco celebra la fiesta del movimiento coral cubano, hay que resaltar la presentación del disco Oh yes, de Entrevoces, en el Oratorio San Felipe Neri, por el sello Pro­ducciones Colibrí.

Nacido en el seno del Coro Nacional de Cuba en 1981 por iniciativa de su directora, la maestra Digna Guerra, Entrevoces es el reflejo de la excelencia de una proyección estético musical largamente trabajada, y que representa una de las cúspides del programa de desarrollo de la música coral que lleva adelante el Instituto Cubano de la Música.

Por cierto, el presidente de esta institución, Orlando Vistel, compartió con este comentarista la necesidad de hacer un balance de los resultados y perspectivas de este programa, con én­fasis en la formación de directores, el estímulo a la creación, la extensión del movimiento coral profesional a lo largo del país y su articulación con el movimiento de las cantorías y la conquista de significativos segmentos de público, hitos que revelan uno de los más notables aciertos de la política cultural de la Revolución.

Oh yes, merecedor del Gran Premio Cu­ba­disco, no deja de ser un disco singular. Sus once temas responden genéricamente a una de las expresiones populares históricamente enraizadas en la cultura popular norteamericana de origen africano, el negro spiritual. Originarios de los tiempos del infame sistema esclavista en las Trece Colonias y en los Estados Unidos, sus in­vocaciones místicas y apelaciones terrenales si­guen nutriendo el imaginario sonoro de una vasta comunidad a la que todavía le es negada la más plena justicia.

En las notas que acompañan la edición del disco, la musicóloga Miriam Escudero destaca cómo Entrevoces y Digna Guerra asumen los de-safíos de la interpretación de lo negro spiritual en tanto exigen un tipo de afinación peculiar, un complejo equilibrio contrapuntístico y una noción de la métrica que escapa a las convenciones de la música coral occidental. Prueba al canto, la ejecución en vivo de las obras del fonograma, con destaque particular para los cantores Ariana Pérez y Jefferson Correoso.

Esa voluntad de estilo es obra suprema de Digna Guerra en la conducción de sus cantores. Musicalidad, disciplina y orientación conceptual son pilares de un ejemplar desempeño artístico y profesional de Digna Guerra, una maestra ejemplar.

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