
CIENFUEGOS.—La calidad de su obra y la sistematicidad del quehacer caracterizan a Christian Medina Negrín, dramaturgo, director e intérprete al frente de Teatro de Títeres Retablos.
En fechas recientes, recibió varias noticias muy halagüeñas dentro de su carrera: los premios Caricato de mejor puesta en escena para niños, el Villanueva de la Crítica y el Premio Especial del Concurso Nacional de Diseño Escénico Rubén Vigón del bienio 2013-2014.
Este año alcanzó mención en el concurso Casa de las Américas, merced a su noveleta Ojo de agua. En breve la Editorial Tablas Alarcos publicará Teatro sombrío para niños curiosos, antología de varias de sus obras.
Christian, quien lleva un lustro al frente de Retablos (aunque lo integró desde su inicio hace 15 años), confiesa a Granma que todo éxito, empeño o idea pasa inexorablemente por el trabajo.
“El quid de todo es trabajar y no detenerse. Así nos hemos proyectado en el tiempo. Pero como somos del interior, eso no basta. También resulta menester algo de autopromoción, porque de poco vale que los grupos de teatro de provincia laboremos mucho y con calidad si no nos ponemos en el foco de atención de los críticos nacionales, si no eres visible, el reconocimiento no va a llegar”, opina.
Con un repertorio activo, Christian y su Retablos se presentan dos fines de semana al mes en las funciones oficiales para el público, unidas a las otras especiales destinadas a escuelas (jueves y viernes), en la sureña sala Guanaroca, suerte de cuartel general compartido del grupo.
Da gusto conversar con el integrante del Comité Ejecutivo de la Unión Internacional de la Marioneta (Unima) en Cuba, entre otras cosas, por su dominio cultural de múltiples temas. “Logro mantenerme en la órbita de cada novedad por diversas vías, una de ellas es el Taller internacional de títeres de Matanzas, al que no hemos faltado nunca. Uno debe observar cómo marchan las tendencias”.
Christian no cree demasiado en líneas autorales o estilísticas, pese a ser un autor. La palabra con que prefiere definir ese toque personal es “sello”. Todo camino en la manifestación —expresa— guarda total relación con la personalidad, los gustos más profundos e íntimos que afloran en la obra de arte. Eso no quiere decir que los trabajos no tengan un sello personal que trasluce tus características personales y tu carácter: cuando lo tienes, cuando eres fiel a eso, lo cual automáticamente pasa a la obra.
Al preguntarle en torno a su permanencia constante sobre la escena, contesta: “Mantener una obra en cartel, sobre todo en una provincia pequeña como Cienfuegos, es algo complicado, porque en un fin de semana ya todas las personas que la iban a ver la vieron; entonces no te queda otro remedio que poseer un repertorio grande. Nosotros incluimos 11 montajes en el repertorio activo”.
Fiel a sus presupuestos productivos, a través del primer semestre del 2015, Retablos estrenará El árbol blanco, producción dirigida a jóvenes y adultos.Y para el segundo estrenarán La casa del escarabajo.
La muchachita del mar, puesta en escena con la cual ganara el Caricato de la Uneac en el 2014 y el Villanueva de la Crítica 2015 e inspirada en La Sirenita, de Hans Christian Andersen, constituye uno de los momentos cumbres de su carrera. Él, ausente de falsas modestias, también constata la valía del unipersonal y reflexiona a seguidas: “Siempre hay un lugar donde llegar, no existe final porque no hay metas, se cumple con propósitos; pero yo llegué a donde quería llegar con La muchachita…”.
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