
El capital, no precisamente El Capital de Carlos Marx, sino una visión contemporánea de la manipulación financiera internacional de los grandes bancos en beneficio de los ricos y en detrimento de los pobres, se exhibe en La Rampa y en otros lugares del país.
Filmada en Francia en el 2013 por el maestro Constantino Costa Gavras, El capital reafirma la vocación del autor de Z y Estado de sitio por tratar temas históricos y políticos desde la certeza de que el cine es también una formidable arma de denuncia.
Ya en sus 80 años, Costa Gavras realiza un thriller financiero vinculado en alguna medida con la última crisis económica internacional que conmoviera al mundo, y lo hace con una mezcla de historia seria y parodia que permite lucirse al cómico de origen marroquí Gad Elmaleh en el papel de un arribista de desmedida ambición, capaz de venderle el alma al diablo con tal de aumentar la competencia de su empresa, anticiparse a los mercados y lograr una expansión sin fronteras.
Tres principios fundamentales marcarán el proceder del nuevo aventurero: dinero, poder y sexo, exactamente por ese orden y bien subrayados por el director, porque si algo caracteriza esta cinta es su claridad expositiva (y hasta didáctica) en un terreno, el de las finanzas, que no siempre es tratado de manera comprensiva.
El capital puede verse entonces como un cuento con moraleja muy clara y está hecho para disfrutar de su sorna e ironía, al tiempo que describe un mundo en el que cualquier asomo de humanidad es aplastado por los fríos números de la ambición y las ganancias. Un buen thriller con suspenso incluido, y también una manera de recordar que el canibalismo, enfundado en caros trajes, y viviendo en oficinas de ensueño, no duerme.
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