
Las bulliciosas calles de La Habana Vieja parecen callarse cuando se entra a la Academia de Canto Lírico del Teatro Lírico Nacional de Cuba. Afiches de La Bohéme, La Traviata, La leyenda de un beso y diplomas de varios reconocimientos que se le han hecho a la escuela llenan sus paredes.
El centro, que este año cumple su décimo aniversario de fundado, se encuentra desde hace siete meses dirigido por el destacado profesor y musicólogo Roberto Chorens Dotres, quien acaba de ser galardonado el 28 de enero con el Premio Nacional de Enseñanza Artística 2014.
De pianista acompañante para los bailarines en la Escuela Nacional de Arte en Cubanacán hasta hoy, ha recorrido distintas instituciones de la enseñanza del arte en Cuba.
—¿Cómo fueron sus orígenes en la enseñanza artística?
—Yo empecé de pianista en la Escuela de Danza en 1969, en la época de la Escuela Nacional de Arte de Cubanacán, aún no existía el Instituto Superior de Arte (ISA). Había acabado de salir del servicio y volví a estudiar en el conservatorio Amadeo Roldán porque no me había graduado todavía.
“No es que tuviera la necesidad de trabajar pero tenía a un amigo allá, Olavo Alén, que trabajaba como pianista en la Escuela de Danza Moderna, y me aventuré. Ya en los primeros meses del año 70 empecé a dar clases de música a las bailarinas, creo que ahí fue donde empezó todo.
“Después pasé a lo que en ese momento se llamaba Dirección de Enseñanza Artística para asesorar asignaturas como Historia de la música. Más tarde volví a dar clases en la Escuela Nacional de Música.
“Un momento muy importante en mi carrera fue cuando se creó el Centro Nacional de Superación de Enseñanza Artística en 1976. Estuve muchos años y me permitió formar a los docentes del arte en Cuba.
“Después Harold Gramatges me propuso que asumiera la Facultad de Música del ISA. Asumí el cargo de decano durante nueve años, lo que no me impidió impartir clases y tener mis propios grupos”.
—Usted es organista de profesión, ¿de qué forma ha llevado su carrera con la enseñanza?
—Estudié piano en el Amadeo, pero en esa época se daban clases de órgano por la noche. Aquello era tremendo. Un día me asomé y el profesor me propuso que probara y le trajera algo. Quería hasta dejar el piano.
“He tocado bastante, sin embargo, nunca me he alejado de la enseñanza. Tuve la oportunidad de hacer muchos conciertos fuera de Cuba, porque hasta hace poco no había órganos en el país.
“Quiero hacer un concierto próximamente en la Catedral de La Habana. Ya está hablado y coordinado, el resto depende de mí. No es un problema de buscar tiempo, el problema está en que yo pueda estar preparado físicamente para volver a tocarlo. Sabes que el órgano se toca con las manos y los pies.
“Tendría que hacer una nueva selección de repertorio. Es lo que me falta como gran coronación después de haber llevado el contratiempo de la pierna, porque ya me incorporé al trabajo y puedo caminar sin muletas”.
—¿Cómo llegó a ser el director de la Academia de Canto Lírico del Teatro Lírico Nacional de Cuba?
—Un día me llamaron del Ministerio de Cultura y me hicieron la propuesta de ser el director de la Academia de Canto Lírico, estaba sorprendido, nunca me lo llegué a imaginar, pero de todas maneras dije: Vamos. Era una manera de seguir impulsando personas. A pesar de todos los contratiempos no era la hora para quedarme en casa.
“Al estar aquí me doy cuenta de que puede considerarse tan músico a un instrumentista como a un cantante, pero hay diferencias. En cuanto al sentido de volcarse hacia el estudio, me parece que en el cantante es mayor que en el instrumentista. Aquí hay una academia igual, de nivel medio y los muchachos que se gradúan se quedan aquí como profesionales.
“Ellos viven para el canto. Es un ambiente muy fructífero que me aporta más de lo que yo puedo aportar. Es como volver a las raíces o volver al manantial de donde sale la música.
“La música hecha por el ser humano sin auxilio de ningún instrumento es de lo más impactante; ya lo sabía de referencia, pero estar en el lugar donde la voz es lo que domina todo, me parece que es situarse en un lugar donde nació todo”.
—¿Planes para la Escuela del Lírico?
—Que siga creciendo. Ya se han dado varios conciertos, como el del 17 de enero en la Basílica Menor de San Francisco de Asís. Este se hizo para cultivar el género Leider abend, con cantantes de ópera cubanos de renombre como las sopranos Johana Simón, Alioska Rodríguez y Milagros de los Ángeles, los tenores Bryan López y Roger Quintana y el barítono Eleomar Cueto.
“Sin embargo, vamos a seguir con nuestro repertorio. En marzo se va a hacer Cecilia Valdés en el teatro Martí, donde se estrenó por vez primera en 1939.
“Vamos a hacer zarzuelas en el teatro América como La verbena de la paloma y La corte del faraón.
“Este es un país muy zarzuelero. Cuba es el único en Latinoamérica fuera de España en el que se componen zarzuelas.
Tenemos a grandes compositores como Ernesto Lecuona, Moisés Simons y Luis Casas Romero.
“La oficina Leo Brouwer nos invitó a formar parte de un nuevo proyecto que va a ser el Festival Les voix humaines, en español Las voces humanas, del 25 de septiembre al 18 de octubre. Allí queremos celebrar el centenario del nacimiento de Frank Sinatra y el 220 del compositor alemán Georg Friedrich Andel. Esperemos que para ese momento vuelva a estar en funcionamiento el Gran Teatro de La Habana.
“En junio pondremos La Traviata, en la sala Tito Junco del teatro Bertolt Bretch. Allí nadie se iba a imaginar que se hicieran presentaciones del Lírico; aunque en este lugar ya se hizo La flauta mágica de Wolfgang Amadeus Mozart el pasado 10 de octubre del 2014 y las colas fueron inmensas, llena de niños y todos lo disfrutaron”.










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Isabelle HM dijo:
1
1 de febrero de 2015
10:35:15
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