ÓRGANO OFICIAL DEL COMITÉ CENTRAL DEL PARTIDO COMUNISTA DE CUBA
La actriz cubana hizo historia bajo el nombre artístico de Ninón Sevilla y llegó a la cúspide del cine mexicano en los años cuarenta y cincuenta. 

El 1 de enero de este año falleció en Ciudad de México la reina del cine de rumberas, Ninón Sevilla (Emelia Olimpia Castellanos), nacida en La Habana el 10 de noviembre de 1926.

El féretro de la artista habanera fue cubierto con una bandera cubana. La artista, en su última voluntad, pidió que hubiera alegría y felicidad, y que no le llamaran diva. También Ninón quiso que sus restos descansaran en México, “donde hice mi carrera, yo amo este país”.

Llamada "La Venus Dorada", debutó en 1946. Su deslumbrante belleza salvaje y su espectacular físico la hicieron la rumbera favorita de mercados como España, Francia y Brasil.

Fue una vedette completa, pues no solo bailaba y actuaba, sino también cantaba y montaba sus propios números musicales.

Ninón tuvo el honor de ser una especie de embajadora de los artistas cubanos en México, es conocido el apoyo brindado a Benny Moré en la etapa en que residió en el DF y también apoyó a José Antonio Méndez y Dámaso Pérez Prado (Rey del Mambo). En 1954 fue la encargada de llevar a México a la orquesta “América” del cha cha chá.

Según me contó en una de sus visitas al teatro Mella de La Habana, se enamoró de la rumba a través de su difusión por la radio y en las comparsas de carnaval que pululaban por la ciudad en tiempos de fiesta. “También estaban de moda en mi juventud aquellas romerías de españoles, en las cuales los cuplé se escuchaban en una verdadera fiebre. Mucha gente vaticinaba que sería una gran artista, pero mi familia estaba negada rotundamente a que yo fuera artista, preferían que yo fuera una monja; pero el arte es una enfermedad que contamina a los elegidos”.

De acuerdo con lo que le relató Ninón a la fotógrafa y periodista Mayra A. Martínez, su familia nunca aceptó su carrera, ni siquiera cuando ya era una estrella del cine mexicano, pero ella entró un día en el Teatro Martí y se buscó una pareja para la rumba.

También visitaba solares, cabaretuchos de mala muerte como los de la Playa de Marianao, donde se bailaban trepidantes ritmos muy auténticos. Así fue conociendo a los grandes del folclor de su tiempo.

Como casi todas las cabareteras, su nombre artístico lo toma de la legendaria cortesana francesa Ninón de Lenclos. Gracias a sus rasgos felinos, sus hermosas piernas y su escultural figura, empezó a bailar en centros nocturnos y cabarets de Cuba, pues tenía una gran habilidad como bailarina.

En las películas la obligaban estilizar los pasos de rumba, aunque ella dominaba perfectamente los secretos de una música de tradiciones africanas.

Viaja por primera vez a México en 1946 con un contrato en el Teatro Lírico.

“Me anunciaron con grandes carteles como La Reina del Trópico. Mientras debuté en el teatro Degollado de Guadalajara con la Compañía de Libertad Lamarque. Cantaba pregones vestida de guarachera.

Al comienzo seguí la línea de las rumberas como Estela, la creadora de las maracas en la cintura, que viajó con Ernesto Lecuona y Rita Montaner. Por supuesto que rápidamente me propusieron hacer películas, comencé con el filme Carita de cielo, actué junto al gran Benny Moré, quien debutaba como yo en una película. Luego hice las películas: Perdida, Revancha, Víctima del pecado, del Indio Fernández y muchas otras que olvido sus títulos”, afirmó.

Desde un principio se distinguió por la excentricidad de sus peinados y su forma de vestir, fue el cineasta Alberto Gout quien la consolidó como figura erótica del cine mexicano en la década de los años 50. Se consagra gracias a la mítica cinta Aventurera en 1951.

Rápidamente se le reconoció como la reina de las rumberas, lo que la llevo a hacer muchos papeles en los que tenía que bailar, además, ella hacia las difíciles coreografías que bailaba en las películas y fue la primera actriz en introducir movimientos alusivos a la santería en sus bailes.

Con el declive del cine mexicano a finales de los años 50, se retiró de la industria, pero regresa triunfal en la década de los 80 con Noche de carnaval, por la cual gano un Ariel por su actuación y gracias a ello Ninón regresa al cine y a las telenovelas.

En Cuba filmó Mulata y Yamba-O, con presupuesto mexicano y también participó en producciones en España y Brasil, en otros géneros, porque nunca se limitó a la música cubana; igual cantaba y bailaba una rumba, una guaracha, como una samba, una cumbia, un calypso.

El mito de las rumberas existió y quedó para la historia. “Siento orgullo de ser rumbera, una palabra que marcó una época. Ahora la rumba es cultura. Está valorada de otra forma. Pero, aunque me gusta recordar, no vivo de la nostalgia”, subrayó la artista, quien dejó sus huellas en la cultura cubana y mexicana.

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niño tirigueño trigueño del palmar dijo:

1

26 de enero de 2015

13:08:39


no pudieron buscar una foto mas fea?

mario ramos dijo:

2

29 de enero de 2015

10:45:05


Pero antes de todo eso trabajo de mesera en un bar en la Calle Tirry en Matanzas, llamado el Gato Negro y se hizo el Santo en Matanzas ,ya siendo artista {con su madrina Barbarita] en la calle Santa Isabel entre Saragoza y Manzaneda.