
Hace algunos años The Prodigy se dio a conocer entre la escena alternativa cubana con una furia inusitada. Recuerdo cómo a finales de los noventa muchos se derretían de sudor en la pista del club capitalino Karachi bailando como posesos al ritmo de The fat of the land, el álbum que desde el underground inglés disparó a The Prodigy hacia los primeros lugares de las listas de éxito. No obstante, hay que apuntarlo, ya la banda pasaba revista a una legión de seguidores que iba en ascenso gracias al empuje de varios temas fulminantes de su segundo disco Music for the jilted generation (1994).
A medio camino entre la música electrónica y el rock ( incluso algunos han llegado a compararlos con la actitud cruda y machacona de una banda de punk), The Prodigy alcanzó algo muy difícil en el mundo de la música más elaborada. O sea la alineación formada por Liam Howlett, Keith Flint y Maxim Realit sentó las bases de un estilo propio basado en furiosos beats, ritmos hardcore y sonoridades de altas frecuencias. Conectada con los orígenes de la escena hardcore inglesa, la banda dio muestras de que lo suyo iba en serio cuando publicó su álbum debut The Prodigy Experience (1992), un disco que recogía varios de sus maxis iniciales como Out of space, Charly y Fire. De ahí salió a destrozar las fronteras entre el rock y el techno con una actitud provocativa y un sonido sucio con el que comenzaron a agenciarse un puesto de honor en los festivales internacionales, en las raves ( fiestas dance celebradas al aire libre) y en el público que buscaba en la electrónica algo más que un sonido para largarse del mundo un sábado por la noche. Porque en verdad The Prodigy siempre ha sido algo más. Ha sido la banda que en su momento dotó de nuevos aires a la electrónica —como antes hicieron The Chemical Brothers o Fat Boy Slim— y revitalizó la escena underground inglesa.
Esos méritos se dispararon cuando pusieron en libertad el clásico Fat of the land (1997), un disco plagado de melodías infecciosas que convirtió a The Prodigy de la noche a la mañana en una de las bandas más importantes de la movida electrónica en todo el planeta. Ni más ni menos. A su tercer álbum le siguieron Always Outnumbered, Never Outgunned y Invaders Must Die, dos discos de estudio que si bien no han estado a la altura de la explosión inicial causada por The Prodigy, si han mantenido el interés de la banda por dominar la tecnología, mezclar los sonidos más feroces de la electrónica con el rock y mantener un cóctel virulento que reviente en mil pedazos a la audiencia.
Tras cinco años de silencio la escudería acaba de anunciar que atacará con un nuevo disco el próximo año. Llamado tentativamente Ibiza (tal vez por la consabida reputación que ostenta esta isla como refugio de las discotecas más tremendas), el disco está anunciado para el primer trimestre del 2015 y cuenta con colaboraciones con el dúo inglés Sleaford Mods, integrado por Jason Williamson y Andrew Fearn. El trabajo con esta banda oscura y provocadora hace pensar que The Prodigy no ha perdido el buen camino (léase el camino de la experimentación, el desparpajo sonoro y la irreverencia musical). De todos modos tendremos que llamarnos a la calma y esperar al 2015 para ver qué tipo de criatura sale de la factoría de la alineación, aunque todo indica que el álbum mostrará a un Prodigy reinventado. Por lo pronto, es la hora de volver a pinchar The fat of the land y perderse por ahí al ritmo de esos sonidos inclasificables y oscuros que, sin dudas, son una excelente banda sonora para despedir el año como el dios del electro manda.










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jonatan dijo:
1
25 de diciembre de 2014
09:50:51
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