ÓRGANO OFICIAL DEL COMITÉ CENTRAL DEL PARTIDO COMUNISTA DE CUBA

La tristísima noticia nos sume en la aflicción y nos deja a la intemperie. De la mano, resucita recuerdos tan añosos como este recorte, amarillo parduzco y quebradizo, que hoy devuelvo, en acto de justicia, a los lectores del periódico Granma.

Ya era tarde cuando me llamaron de la redacción nacional para decirme: “García Márquez está en La Habana, y de buena fuente sabemos que acaba de terminar una novela de la que parece no querer hablar, ya sabes, debe de ser por esa promesa que se hizo a sí mismo de no publicar nada mientras no caiga Pinochet.. ¡Ojalá haya cambiado de idea por el bien de todos! Corre a entrevistarlo, ya es tarde, te guardamos el espacio en Culturales. ¡Apúrate!

Y, por supuesto, grabadora en ristre, allá fui. ¿Nos daría la primicia? Confieso que me sentía muy inexperta, cohibida para decirlo con toda franqueza. Sin embargo, al recibirme de brazos abiertos, la charla fluyó como agüita de manantial.

Así fue como esa misma noche la nota entró en prensa, y el 18 de marzo de 1980 el periódico Granma publicó la exclusiva.

Saber que García Márquez está en La Habana nos alegra como siempre. Pero saber que acaba de terminar una novela, además de entusiasmarnos, nos hace correr a verlo. Y no digo entrevistarlo, porque con él se tiene la impresión de encontrar a un viejo amigo, al que no hace mucho tiempo que hemos visto. En todo esto voy pensando mientras me apuro por llegar al hotel Riviera, en donde me espera ya, la sonrisa ancha, y el abrazo fraterno y la pregunta de él, que no se hace esperar;

-¿De qué vamos a hablar? ¿De mis novelas? No, para eso están los críticos, ¿entiendes?, ya que si uno lo hace está demostrando tremenda arrogancia, o porque no se quiere quedar mal con el periodista.

Y cuando tímidamente le digo que no voy a preguntarle nada sobre Cien años de soledad, me espeta sonriendo; ¡Ay, bueno, porque yo hablo muy poco de ella!

Así comenzó un diálogo simpático y chispeante con Gabriel García Márquez, que sabe, intuye, que yo quiero que me cuente de su última novela, esa que acaba de terminar, pero jugamos a dar rodeos, y hablamos, mientras tanto, de muchas cosas, de cine, por ejemplo:

-En general, no me gustan las adaptaciones al cine de mis novelas. Nunca me encuentro en ellas y ¿sabes por qué?, porque tengo la impresión de que los directores de cine que tratan de adaptar mi obra parten de un criterio falso, de que en mis narraciones hay invención, imaginación y fantasía, y no comprenden que eso es en verdad la realidad de todos los días. Entonces, en vez de ver esa realidad, se ponen a inventar, para que se parezcan a lo que supuestamente yo escribo y el resultado es que no se parecen en nada. Mientras los directores de cine y de televisión no comprendan que cada género tiene su propio lenguaje, siempre estarán pendientes de la obra de un escritor para “adaptarla”. Y la verdad, te digo, no conozco una sola gran película que se haya hecho a partir de una gran novela, pero conozco grandes películas que se han hecho a partir de malas novelas.

Miro el reloj. Pienso que ya es tiempo de precisar mi objetivo, de cercarlo, pero no, él se toma su tiempo y me habla, primero, de sus sesenta cuentos en preparación, que serían cien, aclara, si no hubiera perdido un cuaderno con unos cuarenta…

-Desde mi primer viaje a Europa, en 1955, estoy tomando notas sobre la vida de los latinoamericanos allá, sobre cómo viven, cómo no se adaptan, cómo surgen las contradicciones entre nuestras dos culturas. Creo que es un material estupendo en el cual trabajo lentamente, todos los días. Pero tú quieres saber de mi última novela, ¿no? Bueno, ahí vamos, es apenas un poco más larga que El coronel no tiene quien le escriba, que es mi libro preferido, el que más trabajo me costó. Se llama Crónica de una muerte anunciada, y es la historia de un crimen atroz, una novela muy tensa en la que he trabajado treinta años. Y si me vas a preguntar de qué se trata, no te lo diré, pero te puedo adelantar que parte de un hecho real que ocurrió cuando yo era muy joven. Su elaboración literaria ha sido muy compleja, y desde ya te digo que estoy contento con el resultado. Y tampoco me preguntes cuándo la voy a publicar. No corre prisa.

Peo como todavía quiero más, ya no vacilo y sigo preguntando.

-¿Su parentesco con el resto de mi producción? Bueno, te diría que se parece bastante a Relato de un náufrago, es algo así como una falsa novela, un falso reportaje, pero todo muy bien explicadito, muy trabajado…¿Ves? ¡Estamos hablando de la novela! La terminé la semana pasada, para más datos, si quieres. Y, te repito, estoy satisfecho con ella, la prueba es que hablamos de ella, lo que quiere decir que la doy por terminada y aceptada. Sufro mucho escribiendo, trabajo y retrabajo cada línea, y en el momento en que me siento completamente seguro, ya me quedo tranquilo. ¡Y no la vuelvo a leer! Y no me gusta tampoco que la lean hasta que esté publicada.

-¿En qué genero se siente usted más a gusto?

-Te contesto enseguida: es mucho más fácil escribir novelas que cuentos. Lo malo es que cuando uno se da cuenta de que la novela no sirve, ya has trabajo en ella dos o tres años. En la novela, lo difícil es empezar. Yo digo que la novela es como pegar ladrillos, y el cuento como vaciar en concreto. Si la pared no sirve, la tiras abajo y vuelves a empezar, las otras paredes siguen bien, no les pasó nada. Pero el cuento tiene que fraguar, en caso contrario no sirve, hay que botarlo y volver a empezar, aunque en ese caso es mejor no insistir. En la novela puedes remendar, repellar, pero en el cuento, cuando hay una fisura, todo se derrumba. Claro, estas no son reglas inamovibles, solo te estoy dando mi criterio. Mis virtudes y mis defectos, ¿ves? La novela es como el matrimonio: si no sirvió, no se puede arreglar. Para contestar a tu pregunta, te diré que prefiero el cuento, pero nunca estoy seguro como cuando escribo una novela. Siempre es un reto, ¿comprendes? Creo que en definitiva no sé muy bien la diferencia entre uno y otro género hasta el momento de escribir. Para mí, El coronel no tiene quien le escriba es una novela. Pienso en Heminway, es un maestro del cuento que puede enseñarnos muchísimo.

Y sin embargo, ¿te has dado cuenta de que los editores rechazan a priori los cuentos sin saber si buenos o malos? Y en América Latina, el cuento tiene mucho auge, tenemos en el continente excelentes cuentistas. Pero eso ocurre: es un género menospreciado. ¡Cuanto más glorioso es hacer un buen cuento que una buena novela! Y otra cosa: ¿te has puesto a pensar en que los libros de cuentos deben tener una unidad interna? Y me indigna cuando los editores no respetan esa unidad, te sacan un popurrí, y el lector corre el riesgo de creer que se trata de un error del autor, sin hablar ya del orden que deben llevar.

En fin, te estoy hablando de todas esas manías de escritor que uno se va creando, y ¿quién te dice que nada de eso tenga importancia? En fin, ¿estás satisfecha?

¡Satisfecha, compañero! Y con un abrazo nos despedimos. Hasta el próximo cuento. Y la próxima novela.

*Periodista y escritora argentina radicada en Cuba. Durante varios años integró el colectivo deGranma.

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Fernando Escobar dijo:

1

22 de abril de 2014

16:21:18


CRONICA DE UNA MUERTE ANUNCIADA

Fernando Escobar dijo:

2

22 de abril de 2014

16:21:39


CRONICA DE GABO

Dr. José Luis Aparicio Suárez. dijo:

3

23 de abril de 2014

13:24:54


Se escribirá ahora, en el alma de los pueblos, la crónica de un legado apreciado.

kevin dijo:

4

26 de abril de 2014

13:27:54


es una de las mejores libros del mundo y gabo