A pocos días de que la Unión de Escritores y Artistas de Cuba (UNEAC) celebren su VIII Congreso bajo el lema de La Cultura es lo primero que hay que salvar, parece oportuno repasar algunas de las ideas expuestas por el especialista Roberto Favelo, director del Centro de Intercambio y Referencia -Iniciativa Comunitaria CIERIC durante el VI Taller Regional de Intercambio de Experiencias Transformando nuestras realidades desde la cultura y la educación popular, celebrado en octubre del 2013 en el Hotel Comodoro de la capital.
“Desde un compromiso revolucionario, compromiso con la cultura, en nuestro caso se hace necesario de la integración de todos los factores que intervienen en la implementación de los programas y proyectos culturales a nivel de territorios siendo cada vez más propositivos y audaces.
Hoy, a tono con los cambios que está viviendo el país, es cada vez más necesario encontrar la forma y valerse de una cultura de trabajo conjunto, integrado. Ninguna institución por sí sola va a poder transformar un fenómeno tan complejo de la realidad. Es necesario ganar en conciencia de cuánto pueden hacer la cultura y la educación popular en la transformación de nuestra realidad, urge dejar atrás las barreras, las divisiones, los protagonismos innecesarios y trabajar más en la horizontalidad, en la integración de todas las instituciones de la sociedad.
Hay que escuchar más a los territorios, a quienes viven en ellos, porque allí están los promotores naturales de la cultura, los líderes, la población que con el respaldo técnico de las instituciones son los que impulsan los procesos culturales. Hoy es necesario un cambio de mentalidad en la forma de conducir los procesos culturales; hay que escuchar, dialogar más con los creadores, los artistas, los cuadros y directivos, con todas las instancias que tienen poder de decisión. Hay que estar mejor preparados y lograr que en sus planes de desarrollo social no se vea a la cultura como algo agregado sino como parte de la visión de desarrollo trazada estratégicamente.
Es hora de que la cultura deje de verse solamente en su proceso artístico literario, se impone verla en su sentido integrador, amplio, vivaz, presente en todas las esferas de la vida humana. Hoy se impone explotar la cultura en todas sus posibilidades para que se puedan generar procesos de mayor sostenibilidad, con la visión ética necesaria para impulsar procesos económicos dentro de la cultura siempre preservando su función social, determinante en la generación de modos de vida, de conductas morales y éticas.
Hay que crear el marco jurídico necesario para que la cultura se inserte en los nuevos modos de desarrollo local y comunitario y se exploten más las experiencias logrando una mayor comunicación con las iniciativas y las dinámicas que emanan de la comunidad. Hay que fortalecer la calidad de los espacios de participación e indiscutiblemente hay que llegar más a la raíz de las propuestas y de las necesidades de los grupos sociales.
Es necesario desechar la dirección vertical y paternalista del trabajo comunitario, dinamitarlo, ampliar el trabajo de las instituciones educacionales, de las organizaciones, de las universidades, de las instituciones de la cultura. No dilatar el pensamiento de la emergencia, de lo urgente, y junto a la solución de los problemas concretos tener una visión de desarrollo cultural futuro, por parte de las estructuras de gobierno. Ello se transformará en mayor calidad y profundidad de las acciones, contando por supuesto, con una mayor sensibilidad de los artistas, de los creadores, de las instituciones educacionales, de todos.
La cultura y la educación popular afirma Miguel Barnet, miembro del Comité Central del Partido y presidente del Comité Organizador del Congreso de la UNEAC, son dos pilares de la resistencia de la cultura cubana “en un mundo cada vez más al revés” donde nosotros los cubanos nos damos el privilegio de discutir sobre cómo defender y hacer cada vez más sostenible, desde el socialismo, nuestra cultura.
Hoy la UNEAC desarrolla más de 100 experiencias de trabajo comunitario en el país donde un ejército de artistas miembros de la organización hacen realidad desde la educación y la cultura popular una meritoria labor comunitaria.
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