ÓRGANO OFICIAL DEL COMITÉ CENTRAL DEL PARTIDO COMUNISTA DE CUBA

Villa Clara.— Fue muy cerca de los difíciles años del periodo especial, cuando Silverio tuvo uno de esos momentos de destello que lo caracterizan, y solicitó le fueran entregadas unas ruinas ubicadas en un área cercana al Parque Vidal. Su propósito era muy sano "tratar de curar, en parte, las heridas que provocaban en el alma de los santaclareños las limitaciones económicas de aquel momento crítico de la nación", ha dicho.

No resultó fácil imponerse a prejuicios, malos entendidos, trabas burocráticas y otros fenómenos nocivos que aparecían a cada instante. No obstante, él continuó creyendo en eso de que, quien persevera triunfa, y así comenzaron a abrirse muchas puertas, esas que difícilmente alguien se atreverá a cerrar jamás.

En aquel contexto dificilísimo cuando la mayoría de los centros nocturnos cerraban sus puertas por falta de presupuesto para financiar los espectáculos, este hombre sencillo y culto como el que más, buscó la manera de salvar el emergente movimiento cultural de la ciudad, y en medio de la oscuridad comenzó a emerger la luz en Santa Clara.

De esa manera llegaron también las peñas del bolero y espacios para los jóvenes trovadores, los niños, los amantes del rock, el jazz, las modas, el teatro y cualquier otra manifestación del arte, cuya única condición para presentarse era, y continúa siendo, que resultara un proyecto inclusivo y de calidad, lo cual obviaba la chabacanería y el mal gusto, eso y solo eso exigió Ramón Silverio.

En ese sentido recuerdo las palabras expresadas por Miguel Barnet, presidente de la UNEAC, durante una breve visita al lugar, cuando dijo que Silverio era un adelantado de su tiempo, al proponer ideas que contribuían al respeto a la diversidad y al fomento de los mejores valores del ser humano.

En momentos de pérdida de valores, y de algunos desvaríos, cuando la sociedad cubana pretende renovarse, valdría la pena multiplicar el ejemplo de El Mejunje, una verdadera obra humana que ha sabido poner la cultura al servicio del hombre y de su transformación.

Treinta años después, habría que decir que si algún mérito tiene Silverio, el padre de El Mejunje, es que supo luchar contra viento y marea por sus sueños, con una fe inmensa en el hombre y en el mejoramiento humano, en que la gente puede transformarse y ser mejor persona, y todo desde la cultura.

COMENTAR
  • Mostrar respeto a los criterios en sus comentarios.

  • No ofender, ni usar frases vulgares y/o palabras obscenas.

  • Nos reservaremos el derecho de moderar aquellos comentarios que no cumplan con las reglas de uso.