ÓRGANO OFICIAL DEL COMITÉ CENTRAL DEL PARTIDO COMUNISTA DE CUBA
Foto: Fotograma de la Película

Por el camino quedaron títulos interesantes, pero ninguno con el extra para trascender, entre ellos Todos están bien (1990) ––que no hace mucho tuvo un remake con Robert de Niro en el papel de Mastroianni––, Pura formalidad (1994), El hombre de las estrellas (1995), La leyenda del pianista en el océa-no (1999), y Malena (2000).

A cada una de sus cintas el director italiano trató de insuflarle cuotas de sensibilidad que en cualquier obra de arte, cuando se extralimitan, pueden rayar en la fatal sensiblería. No es enteramente su caso, pero si vuelta a ver un cuarto de siglo después, Cinema Paradiso sigue considerándose buena, aunque no tan buena como una vez creímos, se debe en buena medida a que —concebida para conmover, y no hay reproche en ello–– se le detecta al filme la planificación de sus recursos "aprieta corazones".

No obstante la tendencia a cargar las tintas en la emotividad, Tornatore sigue siendo un buen cineasta y si de algo se libra La mejor oferta es de esos excesos.

El mito de Pigmalión que le vino como anillo al dedo a Hitchcock en su clásico Vértigo, vuelve a retomarse en La mejor oferta, historia de un coleccionista en apariencia asexual (excelente Geoffrey Rush) que se enamora de una misteriosa muchacha. Una vez dejar de esconderse ella y dar la cara por primera vez a los cincuenta minutos del metraje, el hombre mayor remodelará a la dama de sus ensueños y Tornatore nos sumirá en un atractivo aire gótico para hacernos creer que apuesta por lo grande. ¿Acaso un Visconti retomado en modernidad para convocar viejos fantasmas de la decadencia humana?

Sucede entonces que cuando se piensa estar inmerso en un cine de autor, el director, que también es el guionista, da un giro y cae de lleno en el cine de género, el thriller. Y en ese cambio de registro, sin dejar de ser un filme atractivo, se vuelve, en lo artístico, polémico.

¿Qué hubiera sucedido de seguir Tornatore por el mismo camino, sin re-currir a un género donde un espectador avispado le descubre las intenciones al no poder esconder él lo que debidamente hay que esconder?

Pues que, efectivamente, estuviéramos hablando de su mejor película, mejor incluso que aquel Cinema Paradiso que todavía, con críticas y todo, es capaz de hacer llorar.

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