ÓRGANO OFICIAL DEL COMITÉ CENTRAL DEL PARTIDO COMUNISTA DE CUBA
La sangre mambisa de Guantánamo hace del Mausoleo del Mambisado un lugar sagrado de la Patria. Foto: Periódico Venceremos

La Caridad de los Indios, Guantánamo. – Asiento humano y, a la vez, cápsula de la historia es esta comunidad, patrimonio ancestral que sierras afiladas del macizo Nipe-Sagua-Baracoa resguardan, justo donde el sur de Yateras y el norte de Manuel Tames se juntan. 

Era un sitio sin nombre hace 500 años.  Y continuó siéndolo hasta que unos seres de piel cobriza y cabellos lacios irrumpieron en él. Venían del sudeste, descalzos, con sus lanzas y sus collares, los cuerpos semidesnudos y sus vástagos pequeñines anclados a un lado del dorso.

Traían el dolor de la esclavitud, y hacían guiños de libertad con sus bailes. Este lugar los puso a salvo del exterminio, y les dio el pretexto para nombrar a La Caridad de Los Indios, uno de los más agrestes parajes de la geografía nacional. 

En estado puro han llegado hasta nuestros días las prácticas ancestrales, las costumbres y tradiciones de estos descendientes directos de aborígenes. La avalancha foránea con ellos no funcionó.

Algún que otro instructor de arte da y recibe saberes en los momentos danzarios y rituales de los Rojas Ramírez. Ellos aún veneran a sus deidades y tienen cacique; estructuras y prácticas antiquísimas integradas en las actuales, a las que reverencian igual, porque les sobran motivos.

Consultorios médicos, escuelas, salas de video y áreas de deportes comparten espacios con altares y templos. La Caridad de los Indios ha experimentado también otras «mutaciones»; ya no viven en precarios bohíos; hoy lo hacen en hogares con luz eléctrica, televisor y otros medios energizados con paneles fotovoltaicos. Aquí hay nativos médicos, ingenieros, maestros…

Como es lógico, en cada título aparece plasmado el perfil y el nombre del profesional al que identifica. Lo recurrente en ellos, de manera indistinta, son dos vocablos: Rojas Ramírez – Ramírez Rojas. Nombres diferentes para identificar a individuos, y apellidos iguales para distinguirlos como colectividad.

Bajo el colonialismo español, a los esclavos (nativos o traídos de África), como apellidos se les imponían los del colono dueño.

OTRA DIMENSIÓN DE LA RESISTENCIA

El espíritu que los mantuvo aferrados a lo autóctono es el mismo que a más de un Ramírez Rojas lo llevó a empuñar el machete insurrecto. Ahí está, para atestiguarlo, la insurgencia de hombres como Serafín Rojas Rojas y Juan Ladislao Ramírez Rojas.

Capitán mambí, Serafín ganó sus grados en la manigua, a golpe de arrojo en las tres guerras por la independencia.                                                                                                                                   A cacique en La Caridad llegó por su parte Juan Ladislao, y también a Cabo del Ejército Libertador, como ayudante del coronel Silverio Guerra, jefe del regimiento Hatuey, en la Guerra Necesaria de 1895.         

En el caso de Serafín, nacido en 1856 en San Andrés de Los Indios, Yateras, tras los avatares independentistas regresó a su finca, a ganar con sudor el sustento de la familia. Allí falleció a los 90 años de edad, el 29 de agosto de 1946.

Sepultado en el cementerio de San Andrés, en la ribera del río homónimo, de cuyas aguas emana como un susurro el homenaje perpetuo. Sus restos permanecieron durante casi ocho décadas en esa necrópolis.     

«Aproximadamente a las 4 y 30 de la tarde (del pasado día 17), después de una prolongada excavación, apareció, en la tierra cubanísima del cementerio de La Caridad de los Indios, la osamenta del oficial del regimiento Hatuey», dio cuenta en su perfil de Facebook José Sánchez Guerra, historiador de la Ciudad de Guantánamo.

Sánchez Guerra fue parte de un equipo multidisciplinario que se ocupó de localizar y exhumar los restos del sobresaliente mambí, y los de su coterráneo Juan Ladislao. Descendientes de ambos, y vecinos del lugar, fueron testigos del hecho.

El siguiente paso del homenaje póstumo tuvo lugar en la Plaza 24 de Febrero, de esta urbe, en la cual, hijos de la insurrecta Guantánamo amanecieron en vigilia mambisa, ante las exequias de los dos valientes, en gesto de tributo a ellos y a todos los que hace 130 años se alzaron por la redención de la patria.

La reverencia antecedió al traslado de las exequias de los dos patriotas a La Confianza, para depositarlas en el Mausoleo al Mambisado Guantanamero. Ceremonia igual, en el mismo sitio, aguarda para días venideros, por los restos del comandante Candelario Téllez, oficial del Ejército Libertador, quien combatió aquí a las órdenes del Mayor General Pedro Agustín Pérez.

A Téllez, natural de Tiguabos, dicen que la pelea libertaria le arrebató un pie y le mutiló una pierna, sin que por ello dejara de combatir al ibérico ejército de ocupación. Es difícil no asociar ese valor y sus circunstancias con las virtudes de un país que, sitiado, afronta desgarraduras sin abandonar la batalla.

Cuba ha decidido que no volverá a tener más que un dueño: su pueblo, ese del que han salido hombres como Téllez, Serafín y Juan Ladislao, modelos e inspiración de un compromiso invariable, el cual tiene uno de sus símbolos en el Mausoleo al Mambisado Guantanamero.

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