No es casual que el listado de las 93 medidas aprobadas por el país para ¡salvar! (no por gusto escrito entre signos de exclamación), a la industria azucarera cubana y todo lo que de ella se deriva y proviene, lo encabecen las diez dirigidas a la caña de azúcar.
Digo que no es casual, porque si bien ese listado recoge líneas estratégicas vinculadas a todos los aspectos que, de una forma u otra, inciden en el funcionamiento de las empresas agroindustriales azucareras del país, algo debe quedar claro: es la dulce gramínea, a la que hasta los poetas le han cantado, el corazón con el que de manera insustituible late ese vital sector de la sociedad y la economía cubanas.
Lo cierto es que, aunque son disímiles las causas cuyo resultado final han sido los reiterados incumplimientos de la zafra y su duro impacto en materia económica, estos tienen que ver, en gran medida, con los malos manejos de las plantaciones cañeras; con abandono, desorden y falta de atenciones culturales; con desmotivación de los trabajadores vinculados a esa actividad y, además, con la falta de compromiso y previsión de muchos, no solo a nivel empresarial, sino desde las direcciones de las bases productivas.
El resultado: rendimientos ínfimos que han llegado a rondar hasta las 12 toneladas por hectárea; un alarmante porciento del patrimonio agrícola destinado al sector cubierto de plantas invasoras, vacío, e incluso tierras que, al estar en desuso por Azcuba, han sido entregadas a otras entidades para hacer un mejor uso de ellas.
Más allá de números, de problemáticas de diversa índole, ampliamente conocidas, la realidad es única: sin caña no hay zafra y, claro, no hay azúcar.
Es este un aspecto en el que, con mucha constancia, profundidad y conocimiento de causa, insiste de manera sostenida en sus recorridos por los territorios del país el Comandante del Ejército Rebelde José Ramón Machado Ventura.
En reciente visita al balcón del oriente, dedicó gran parte del encuentro a este particular, y a modo de resumen señaló:
«Hay que buscar caña. Hay que hacer un diagnóstico minucioso que no es a modo general, es campo a campo. La única manera de revertir la situación es tener claridad de lo que necesita cada cañaveral. Tenemos que reconocer que ha habido desatención de la caña, y si no resolvemos esos problemas, no podemos pensar en el éxito ni de esta ni de las zafras por venir».
Campo a campo, cañaveral a cañaveral, y no es retórica, es la más pura verdad, porque quienes han apostado por esa estrategia minuciosa de trabajo, muestran hoy con orgullo los resultados de una gestión efectiva de las plantaciones. Es cierto que eso no sucederá de golpe, pero que existan quienes lo han logrado es la muestra innegable de que es posible.
No puede dejarse a un lado en este análisis el componente material. Los duros años de nuestro pasado reciente han implicado carencias de fertilizantes, combustible, maquinaria, componentes y piezas de repuesto, pero también es cierto que parapetarse tras las carencias ha implicado dejar de hacer.
Esta parte de la agroindustria azucarera se beneficia no solo con las medidas propias del sector, sino con las aprobadas también para el sector agrícola. Eso amplía el diapasón de los alcances, si se planifica y organiza el trabajo, si se lleva luego con rigurosidad el seguimiento a lo que se planificó y ordenó.
Es cierto que en la etapa preparatoria de la presente contienda azucarera se trabajó con mucha seriedad sobre la base de estos aspectos. Ha habido puntos cardinales relacionados con la evaluación y redimensionamiento del fondo de tierra desde las empresas hasta las bases productivas; se trabajó también en la renovación de juntas directivas, y se siguen caminos destinados a la garantía de semillas, a la independencia de las bases productivas en materia de servicios agrícolas, al aseguramiento de los planes de siembra, entre otros aspectos contenidos en ese plan de medidas aprobadas.
No puede decirse que no se ha trabajado duro, porque sería negar el esfuerzo de mucha gente valiosa y comprometida que sabe que en la caña le va la vida a la zafra, pero todavía falta mucho empuje y poner, literalmente, los pies en la tierra todos los días.
Hoy existen alternativas que pueden explotarse mejor, siempre, claro está, en función de resultados y buscando productividad: dígase, por ejemplo, la creación de colectivos laborales, que promueven un incentivo salarial notable. De igual manera, existe la posibilidad de subvención para promover la limpieza y preparación de áreas, ya sea de forma manual o con tracción animal.
Si a eso sumamos dos términos clave de la Cuba de hoy, ciencia e innovación, así como generalizar las buenas prácticas de aquellos que constituyen referente del buen hacer en materia de agricultura cañera, sin duda, será posible observar resultados, aspirando al corto y mediano plazos.
La recuperación cañera no es una utopía, es una meta que tenemos que alcanzar así, sin miramientos ni remilgos, con empeño y sin demasiadas justificaciones. El silbato diario que indica el inicio de la molida de cada central activo en este país, depende, en un altísimo porciento, de eso.



















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AAD dijo:
1
4 de mayo de 2023
06:55:03
Lazaro el Profe dijo:
2
4 de mayo de 2023
07:33:46
Pedro Conde Pérez dijo:
3
4 de mayo de 2023
18:22:44
G3 dijo:
4
5 de mayo de 2023
15:20:37
Franz dijo:
5
6 de mayo de 2023
21:59:57
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